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martes, 31 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (10) Comentario

Comentario de Hechos 9,1-9 (continuación)

La voz le ha preguntado: «¿Por qué me persigues?» Pero Saulo no tiene respuesta. Podría haberle dicho: «Quiero defender la ley de Moisés, quiero servir a Dios». Pero ha preferido preguntar él también: «¿Quién eres?» Se trata de una pregunta por la identidad. La voz y la luz son símbolos claros que cualquier judío entiende: expresan la presencia de Dios. Pero ahora Pablo, como se le han caído al suelo todas sus convicciones, sólo puede preguntarse: «¿Quién es este que me habla? ¿Quién es este Dios que yo creía conocer, pero que ahora me doy cuenta de que no conozco?»
La voz le responde con claridad: es Jesús. El Dios de los judíos, el que se expresó siglos atrás dándole a Moisés la ley, ahora se manifiesta de forma más perfecta en Jesús de Nazaret. Es decir, que para conocer a Dios, hay que conocer a Jesús. Precisamente lo que Pablo estaba persiguiendo.
Y después de responder, Jesús comienza a darle órdenes. Esto es muy importante, porque hasta ahora Pablo había hecho lo que había querido; nadie le mandaba, él había decidido presentarse ante el sumo sacerdote, él quería perseguir a los cristianos, él quería ir a Damasco. Ahora eso se ha terminado. Ahora es Dios el que toma las riendas de la vida de Pablo y le da tres órdenes: levántate, entra en la ciudad, y ya te diré.


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domingo, 29 de marzo de 2009

Domingo 5º Cuaresma "Si el grano de trigo no muere..."

(Hoy estoy fuera, atareado en un encuentro. Os dejo tan sólo un apunte a una de las frases del evangelio.)
Evangelio según san Juan, 12,20-33.

...si el grano de trigo no cae en tierra y muere,queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto...

Que nadie me diga que lo comprende. El gran absurdo del cristianismo siempre ha sido la muerte de Jesús. Lo hemos intentado explicar de una y mil maneras, y todas ellas (o casi) tienen algo de verdad en su interior, pero que se resiste a manifestarse del todo. ¿Por qué murió Jesús? ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué su muerte nos salva?
Siento decir, antes de seguir, que no voy a dar la respuesta definitiva, porque no la tengo. Pero me permito (qué atrevimiento) proponer algunas intuiciones.
Para empezar, Juan acude a una parábola (y eso que Juan, de parábolas, usa pocas). El grano de trigo muere cuando de él brota nueva vida. Si no quedase sepultado no fructificaría.
También Jesús muere para dar vida, su muerte, aunque no tengamos la certeza de saber y comprender, es la que produce nuestra vida nueva.
Atrás quedaron las interpretaciones de compra-venta, según las cuales era necesario "aplacar" a Dios con un sacrificio. El Dios del que habla Jesús no tiene sed de sangre, no la necesita, tan sólo de amor (que, por cierto, tampoco es que lo necesite, somos nosotros los que lo necesitamos), el Dios de Jesús es todo donación y entrega. Precisamente la donación y entrega que llevaron a Jesús a la cruz. Podría haberse escondido, haber escapado; era listo y podría haber organizado una red clandestina de difusión del evangelio. Pero, por alguna misteriosa razón, Jesús daba la cara. Y la dio hasta las últimas consecuencias.
Pero no queda aquí. Los autores del Nuevo Testamento, al mismo tiempo que reconocen su incapacidad para desvelar el misterio de forma absoluta, nos ofrecen imágenes para la reflexión... de nuestra propia vida. Sí, sí, lo he dicho a propósito. Si Jesús es el camino (nuestro camino), y el camino de Jesús pasa por la cruz; ergo...
Pues eso, voy a escribirlo aunque confieso que me resulta difícil: nuestro propio camino de felicidad (el tuyo y el mío), pasa también por la cruz.

Me reafirmo en lo del principio. No se entiende, se intuye.

viernes, 27 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (9) Comentario

Comentario de Hechos 9,1-9 (continuación)

Tras el resplandor y la caída a tierra, la voz de Dios se hace necesaria, porque sin sus palabras no se entiende nada. Pablo tan sólo ha visto una luz que lo envuelve; ahora la voz comienza dirigiéndose a él y llamándolo por su nombre. Además, al principio el narrador ha hablado de «Saulo», pero ahora la voz dice «Saúl»; es el mismo nombre hebreo, pero el primero está en forma adaptada por los griegos (todo el libro de los Hechos está escrito en griego), y el segundo recuerda más bien la forma original hebrea. Es decir: Dios le habla por su nombre y en su lengua materna; la voz de Dios pretende ir a lo más profundo de su corazón, quiere interpelarle en lo más hondo. No le va a hablar de opiniones ni de anécdotas superficiales. Lo que está a punto de decirle le va a transformar en su interior.
Tras el nombre, lo primero que le dice la voz es una pregunta: ¿Por qué? Sabemos que se pueden hacer muchas preguntas ante cualquier hecho, pero la más profunda de todas es «por qué». De nuevo queda claro que Dios se dirige a la motivaciones del corazón, a lo que justifica toda la vida de Pablo. Le pregunta en concreto: «¿por qué me persigues?» Es decir: «¿Por qué has montado toda tu vida en una persecución?», «¿por qué has hecho de la persecución, de la violencia, el fundamento, el porqué, de tu vida entera, de tu 'respiración'?»


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jueves, 26 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (8) Comentario

Comentario de Hechos 9,1-9 (continuación)

El resplandor, símbolo de Dios («Yo soy la luz», dice Jesús en el evangelio de Juan), envuelve totalmente a Pablo. Dios se le hace presente de forma poderosa, de forma que lo abarca enteramente. Como resultado Pablo cae a tierra. Los pintores de muchas épocas se han imaginado a Pablo cayendo de un caballo. El texto no menciona ningún caballo, pero sí es un símbolo acertado. El hombre sentado sobre su caballo representa a alguien seguro de sí mismo, poderoso, afirmado en sus creencias. El hombre que cae del caballo es símbolo del que pierde sus seguridades, del que corre el riesgo incluso de morir, del hombre caído. También en castellano tenemos una expresión: «bajarse del burro», que significa algo parecido.
Pablo «cae al suelo». Nos importa poco si esta caída fue física (¿se dio un tortazo de verdad y le salió un chichón?), porque sabemos que la caída sí fue espiritual. Todo por lo que había luchado hasta entonces se le desmoronó. La ley de Moisés, en la que había puesto toda su confianza, dejó de ser la clave de su vida. En otra expresión castiza: «se le cayeron los palos del sombrajo».
Cae a «tierra», precisamente al lugar de donde proceden los seres humanos (del polvo de la tierra formó Dios a Adán). La tierra aquí se opone al «cielo» de donde viene la luz. La caída de Pablo supone que toda su vida anterior había estado equivocada, debe volver a ocupar su lugar en la tierra para dejar que Dios lo cree de nuevo, como hizo con Adán. Además, la postura del hombre caído en la tierra es la situación del que no tiene vida, del cadáver. Tan sólo Dios será capaz de devolverle la vida a este hombre caído.


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miércoles, 25 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (7) Comentario

Comentario de Hechos 9,1-9 (continuación)

Pablo se pone en camino; se supone que iba acompañado, pero a Lucas todavía no le interesa mencionarlo. Está cerca de Damasco, es decir, a punto de conseguir el objetivo que él mismo se ha marcado, pero algo le sucede «de repente», un «resplandor del cielo» y una «voz». El autor no se inventa todas las palabras, las aprovecha de otros relatos que hay en el Antiguo Testamento. Pero lo hace a propósito, está diciendo: el mismo Dios que se manifestó antiguamente, el mismo Dios que Pablo cree estar obedeciendo, el mismo Dios que le dio la ley a Moisés, es el que se está presentando aquí ante Pablo.
En las escrituras judías encontramos que Dios se manifiesta a veces con un resplandor y con una voz que vienen del cielo. En aquella época sabían muy bien que se trata de imágenes simbólicas para decir algo muy importante: ¡Atención, Dios te está hablando, hazle caso!
Todo esto le sucede a Pablo cuando iba hacia su destino. Pablo no estaba parado. Esto simboliza el camino de la vida; es decir, Dios se aparece en la vida concreta, en la que vivimos cada uno. Se aparece de repente, de la forma que menos lo esperamos. No espera que vayamos a buscarlo en lugares escondidos, él mismo ha decidido ir a nuestro encuentro.


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martes, 24 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (6) Comentario

Después de presentar el texto. Comentamos aquí algunos de los símbolos y expresiones que Lucas quiere transmitirnos.

Comentario de Hechos 9,1-9

Comienza el relato situando al protagonista. El origen de todo lo que se va a narrar está en la «respiración» de Pablo, es decir, en lo que hay en su alma, en lo que constantemente entra y sale del cuerpo, el «aire», y le da «vida». Con esta metáfora Lucas nos está diciendo que Pablo había decidido dedicarse totalmente a esta misión. Era su «respiración».
Por ello, Pablo decide presentarse al sumo sacerdote y pedirle autoridad contra los cristianos en otras ciudades. Sabemos que no era posible hacer un viaje de 600 kilómetros con un grupo de policía judía, atravesando distintas provincias del Imperio como si tal cosa. Los romanos no lo hubiesen permitido. Pero lo importante no es el hecho, sino la crueldad con la que se nos presenta a Pablo (quería encadenar a hombres y mujeres) Lo que sí sabemos cierto es que Pablo era perseguidor de los cristianos porque creía defender así la Ley de Moisés.


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domingo, 22 de marzo de 2009

Domingo 4 Cuaresma. La Luz

Del evangelio de Juan 3,14-21

Dijo Jesús a Nicodemo:
-Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que se elevado el Hijo del hombre, para que todo el que creen en él tenga vida eterna.
»Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
»Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
»El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
»Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
»Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
»En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

El evangelio de Juan es fascinante porque utiliza palabras sencillas para construir argumentos muy elevados que van envolviendo al lector. No razona de forma lineal (argumento A + argumento B = conclusión C), sino que intenta presentar el misterio de Dios revelado en Cristo avanzando como en círculos. Dice una frase sugerente, después dice otra en la que retoma una de las sugerencias de antes y la amplía un poco, después dice otra en que amplía otro detalle, o vuelve sobre el anterior... y así, poco a poco, va iluminando el mensaje y la vida de Jesús más como un artista que como un licenciado.
Por eso también a veces es difícil seguirle, hay que ir como él, poco a poco, volviendo sobre nuestros pasos, reflexionando despacio sobre nuestra propia vida, nuestra propia fe, nuestra propia experiencia de Jesús que nos salva.
En el evangelio de hoy vemos el final del diálogo de Jesús con Nicodemo (la conversación es más larga, y es útil leerla entera en nuestras Biblias para contextualizar el texto que presentamos). Nicodemo es un maestro de la ley intrigado por el mensaje de Jesús, pero que va a hablar con él de noche para que sus colegas del sanedrín (que se oponen a Jesús) no se enteren. Jesús le habla utilizando símbolos que para cualquier especialista en las Escrituras eran muy conocidos.
-Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que se elevado el Hijo del hombre, para que todo el que creen en él tenga vida eterna.

La "serpiente que elevó Moisés en el desierto" se refiere a un pasaje del libro de los Números (21, 4-9); en él el pueblo de Israel, salvado de Egipto pero cansado de vagar por el desierto, murmura contra Dios prefiriendo la esclavitud egipcia a la libertad que Dios les da. La serpiente es un estandarte que Moisés hace, de forma que si alguno era mordido por una serpiente, mirando al estandarte quedaba curado.
Este episodio le sirve a Juan para comparar la cruz de Jesús con la curación que daba el ver el estandarte. La auténtica salvación nos vendrá, a pesar de que parezca una paradoja, un absurdo, a través de la cruz de Jesús.
En esta primera frase también se habla de fe y de salvación, sin explicar a qué se refiere. El "Hijo del hombre" es una forma que tiene Jesús de hablar de sí mismo para evitar la palabra "mesías" (que muchos entendían como un jefe militar). "Hijo del hombre" era una expresión parecida a Mesías, pero más misteriosa. Sobre todo se refería al enviado por Dios para juzgar al mundo al final de los tiempos.
»Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Ahora resulta que ese "juicio" que tiene que hacer Jesús, está teñido por el amor de Dios, que es el origen de todo. Dios ama al mundo, empecemos por ahí; y por ello envía a su Hijo, Jesús. La misión de Jesús es evitar la muerte, dar la vida. Una vida nueva y renovada que durará para siempre y que recibe el extraño nombre de "vida eterna", vamos, la vida total vivida en plenitud que todos deseamos para nosotros y nuestra familia y amigos.
Pero cabe todavía una duda, si el Hijo ha venido sólo en favor de los que creen... ¿los que no creen sí van a ser juzgados y condenados? ¿Es esa la misión de Jesús, condenar a los increyentes?
»Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Ah bueno; ahora me queda más claro. Dios no quiere que nadie quede condenado, es decir, que nadie se quede fuera de esa vida eterna-auténtica-feliz-plena. El "mundo" es una palabra que a veces Juan usa en sentido negativo (todos los que se oponen a Jesús) pero en esta frase no, aquí es más bien neutra: todos los hombres y mujeres.
Pero ahora me viene otra pregunta, si Dios quiere salvar a todos y que no se condene nadie, ¿para qué hace falta entonces la fe de la que hablaba antes?
»El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Vaya. Esto cambia las cosas. Entones resulta que condenación sí que hay. No porque Dios condene a nadie, ni porque pretenda hacerlo, sino porque el que no quiere creer en la vida que Jesús trae, no va a encontrar el camino hacia ella. Qué pena.
»Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

Ésta metáfora sí queda clara. El que se acerca a la luz ve el camino y no tropieza. El que vive en oscuridad se da de coscorrones por las esquinas y acabará cayendo en el agujero. ¿Y por qué alguien sería capaz de preferir la tiniebla a la luz? ¿Porque sus obras sean malas?
»Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

Ah vale. Resulta que la luz es luz para todo. Si hay luz ves el camino que lleva a la vida, pero ves también tus manos manchadas de sangre, ves al pobre que te suplica al borde del camino, ves al profeta que te denuncia tu falta de misericordia... ves muchas cosas, tantas que a algunos le parecen demasiadas. Así prefieren seguir viviendo en la tiniebla de la ignorancia, tranquilitos y comodones con el mando de la tele en la mano para hacer zapping en cuanto aparezca una imagen que nos pueda conmover por dentro, o denunciar, o sacudir la modorra del "bienestar". ¡Estamos tan a gustito!
»En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

¡Olé a la definición de fe! Creer, acercarse a la verdad, es reconocer que la vida sí se puede vivir según Dios. No porque seamos ya perfectos, que nadie lo es, sino porque vamos a intentar seguir esa senda que Jesús nos indica hacia la vida eterna-auténtica-plena-feliz. También nosotros tenemos las manos manchadas, también tenemos el corazón endurecido, pero al menos dejamos que la luz nos ilumine, nos denuncie, nos renueve, nos purifique, y nos ponemos en camino hacia Dios.
No somos perfectos, pero estamos caminando hacia Dios, buscando la luz, aceptando que todo proviene de su amor. Precisamente su amor era el punto de partida, y será también el de llegada.

viernes, 20 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (5) El Texto

Presentamos hoy el texto de Hechos 9,1-9 que vamos a comentar poco a poco en la próximas semanas. Por ahora disfrutadlo, leedlo despacio, saboreándolo poco a poco, que es como se descubren en la Palabra de Dios los mil y un sentidos ocultos que nos hablan al corazón.
Entre tanto, Saulo, que seguía respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote en Jerusalén y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de llevar encadenados a Jerusalén a cuantos seguidores de este camino, hombres o mujeres, encontrara.
Cuando estaba ya cerca de Damasco, de repente lo envolvió un resplandor del cielo, cayó a tierra y oyó una voz que le decía:
-Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
Saulo preguntó:
-¿Quién eres, Señor?
La voz respondió:
-Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que debes hacer.
Los hombres que lo acompañaban se detuvieron atónitos; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada; así que lo llevaron de la mano y lo introdujeron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer y sin beber.


(Comenzaremos el comentario el martes 24. Todas las entradas de este tema AQUÍ)

miércoles, 18 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (4) Contexto

Contexto histórico - La transformación de Pablo

Pero algo sucedió en la vida de Pablo. Hubo un momento en que Dios mismo le tocó el corazón. Pablo quedó transformado interiormente y se dio cuenta de que todo cuanto había valorado en su vida no valía nada en comparación con Jesús. No sabemos exactamente qué le pasó; quizá estaba en la sinagoga, discutiendo a grito pelado contra algún cristiano, y aquel le citó algún pasaje de los profetas que hablan del Mesías de Dios que sufre por nuestros pecados; o quizá fue en un momento de oración; o quizá leyendo él mismo al profeta Isaías... No tenemos los datos de ningún periodista de la época.
Pero sí sabemos qué sucedió en el interior del corazón de Pablo. Lo sabemos porque nos lo cuenta Lucas. Recordemos que a Lucas no le interesa contarnos detalles como anécdotas del pasado. Lo que Lucas cuenta tiene todo un significado profundo, y por eso nos lo escribe.
Descubrir el significado profundo del relato de Lucas es lo que nos proponemos ahora. No nos fijaremos en los detalles externos, ni nos preguntaremos si sucedió «de verdad» (la luz resplandeciente, la voz, las escamas de los ojos, etc.); sabemos que sí sucedió en el corazón de Pablo, y ahí nos queremos meter.

(Seguimos el viernes. Todas las entradas de este tema AQUÍ)

martes, 17 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (3) Contexto

Contexto histórico - Pablo perseguidor

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice que Pablo estaba en Jerusalén cuando un grupo de judíos asesinaron a Esteban (Hch 7,54ss). Lo mataron por el mismo problema que decíamos antes, lo acusaban de hablar en contra de la ley de Moisés (Hch 6,11-14). Esteban lo que hacía era hablar de Jesús, poner a Jesús por encima de todo, y sus compatriotas no lo aceptaban.
No sabemos si es cierto que Pablo estuviese viviendo en Jerusalén en esos años, o bien vivía en Tarso y hacía viajes de trabajo. Puede ser que Lucas (el autor de Hechos de los Apóstoles) haya querido expresar un símbolo: Jerusalén es el corazón del judaísmo, y Pablo tenía puesto todo su corazón en la ley judía. Lo que sí sabemos es que Pablo se convirtió en perseguidor de los cristianos. En las sinagogas, si algún cristiano quería convencer a sus compatriotas judíos de que Jesús era el Mesías, Pablo se levantaría y hablaría en su contra; incluso animaría a los demás a dejar de lado a los cristianos, a hacerles la vida imposible, y hasta a amenazarlos y perseguirlos a escondidas (los romanos, recordamos, no querían que hubiese desórdenes).


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lunes, 16 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (2) Contexto

Contexto histórico - Los primeros cristianos

Los cristianos al principio eran todos judíos. Todavía no se les había ocurrido la idea de predicar también a los no judíos (los «paganos» o «griegos» o «gentiles», todo significa lo mismo). Creían que Jesús era el Mesías, es decir, el que estaban esperando los judíos. Ellos no habían dejado de ser judíos para convertirse en cristianos, eran judíos que aceptaban a Cristo. Por esto seguían con sus costumbres judías normales (orar en el Templo de Jerusalén, reunirse los sábados en las sinagogas, etc.)
Los demás judíos los veían como un grupito de judíos más, un grupito raro, pero nada del otro mundo. Había muchos grupitos distintos dentro del judaísmo (esenios, fariseos, saduceos, etc.), cada uno tenían sus ideas, pero todos eran igualmente judíos.
Sin embargo, algunos judíos celosos de la ley de Moisés comenzaron a sospechar de los cristianos. Decían que su actitud no era de buenos judíos, que no se tomaban bastante en serio la ley, que por su culpa las costumbres judías se iban a perder poco a poco, como sucedía en ciudades como Tarso.
Pablo era uno de esos judíos celosos de la ley que la emprendió contra los cristianos. Él estaba convencido de que era fiel a Dios, de que Dios mismo le pedía que persiguiese a esos que no se tomaban en serio su ley. Además, los cristianos eran tan «raros» que decían que Jesús era el Mesías, pero que había muerto en una cruz. ¿Cómo podía el Mesías de Dios fracasar así? Esto era imposible de entender para Pablo. El Mesías, cuando llegase, tenía que arrasar al ejército romano. O al menos así lo pensaban muchísimos judíos.

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domingo, 15 de marzo de 2009

Domingo 3 Cuaresma. ¡Quita bicho de la casa de mi Padre!

Juan 2,13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó la mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: "El celo de tu casa me devora".
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
-¿Qué signos nos muestras para obrar así?
Jesús contestó:
-Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Los judíos replicaron:
-Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por la fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos, y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

El Evangelio de hoy nos presenta a un Jesús sorprendente. Estamos más acostumbrados a la cara amable de Jesús, a su lado tierno, misericordioso, que cura a los enfermos y abraza a los niños. Y es normal, porque la mayor parte de los Evangelios nos hablan así de él. Seguramente lo que más necesitamos oír, pensarían los evangelistas, es que Dios nos ama, que ha venido a visitarnos en Jesús, que podemos confiar en él, que nuestros pesares y dificultades tienen sentido cuando él nos da su aliento.
Pero también de vez en cuando es útil que oigamos una voz más exigente. Es el mismo Jesús, el que rodeado de gente sencilla y humilde muestra el rostro más cariñoso de Dios, el que ahora se indigna hasta el tuétano al ver la manipulación de lo más sagrado. Precisamente aquellos que debían velar por que se cumpliese la voluntad de Dios expresada en las Escrituras (donde resuenan con fuerza los gritos de los profetas en favor de la justicia, por ejemplo, y en contra de los ritos vacíos e hipócritas), precisamente ellos, los sacerdotes, habían caído en la rutina del dinero fácil, de los sacrificios hechos "porque toca", de las exigencias estrictas cuando se trata de normitas sin importancia.



Alrededor del edificio del Santuario, frente al cual se hacían los sacrificios, había una amplia explanada (podéis ver una pequeña maqueta en la foto). En algunos sitios de ese gran atrio se instalaban los vendedores de ganado para los sacrificios caros, de aves para los sacrificios de los pobres y los cambistas, que se aprovechaban de que el templo no aceptase la moneda romana (la que tenía la gente en el bolsillo) y cobraban comisión en el cambio por la moneda propia del templo.
En esa zona, que en realidad es un patio al aire libre, pero que también se le llama "el templo" por formar parte de todo el complejo del santuario, a Jesús se le ocurrió expresar de forma poderosa que Dios se indigna ante la corrupción de lo sagrado. La casa de Dios, dice, ha sido convertida en un mercado. No le falta razón, y aún se puede decir mucho más: la auténtica Casa de Dios, que es el mundo entero, que es el ser humano, el lugar sagrado que Él habita, ha sido convertido hoy más que nunca en un negocio. Por aquello de la globalización económica, hoy más que nunca es cierto que las leyes del mercado se han apoderado de los seres humanos. Tanto tienes tanto vales, tanto produces tanto te enriqueces, si no nos sirves podemos desecharte, si encontramos a otro más barato te despediremos... El mundo entero, el patio que rodea el santuario de Dios que es el corazón de cada uno, se presenta ahora como un zoco ruidoso y concurrido en el que la única ley es la del dinero: "te doy según me des", sin espacio para la gratuidad, sin hueco para la donación agradecida, sin libertad para regalar y regalarse sin mayor motivo que el placer de la vida entregada.

Jesús, de todas formas, es muy selectivo en el texto de hoy. El ganado lo echa fuera (el de los sacrificios de los ricachones), los cambistas aprovechones se quedan por los suelos (puedo imaginar que pocos cambistas se murieron de ganas en ese momento de hacerse sus discípulos), pero los vendedores de aves para los pobres sólo reciben la reprimenda de Jesús.

En el fondo, lo que Juan nos quiere contar en concreto es que los discípulos parecen comprender algo (no mucho, ¿eh?, no exageremos). Se quedan con la copla y se dan cuenta de que Jesús está cumpliendo lo que las Escrituras decían, lo que la voluntad de Dios auténtica expresaba (y para eso había que interpretarla bien, que los sacerdotes también conocían el texto pero hacían lo que les daba la gana). Y al final, después de la resurrección, descubren que todo lo que decía Jesús, lo que antes no habían comprendido, se hacía realidad.

Por último, una indicación para evitar críticas fáciles. Es cierto que nuestra querida Iglesia ha caído y sigue cayendo hoy en los mismos errores que aquellos sacerdotes. Pero no le echemos la culpa tan fácilmente a los curas solos. Todos los cristianos tenemos la responsabilidad de cultivar una relación auténtica con Dios, y todos tenemos la tentación de tergiversarlo para nuestros propios intereses. Nuestra Iglesia de hoy no está tan mal sólo porque "el Papa y los obispos son unos tal o cual"; hay de todo, algunos hacen su trabajo y otros se enamoran de halagos, poder y reverencias. Si nuestra Iglesia de hoy está mal, todos tenemos que ponernos a construirla sin criticar tan fácilmente lo que ha hecho el otro, sobre todo porque mientras le criticamos solemos estar desatendiendo nuestras propias obligaciones. No digo que no se deban denunciar las injusticias, incluso las de los que mandan en la Iglesia, pero siempre con la voluntad de ofrecerse para construir en positivo. Que gente con ganas de destruir ya hay demasiada en el mundo.

Pero además, tampoco creo que nuestra Iglesia esté tan tremendamente mal. Hay muchos signos de luz, brotes de vida poderosos que podemos contemplar en ella, siempre que apaguemos la tele, cerremos el periódico, y nos mojemos a pie de obra para conocerla de verdad. Y todo porque es cierto, es Jesús el que está levantando esta Iglesia a la que contribuimos entre todos.

¡Feliz domingo!

viernes, 13 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (1) Contexto

Vamos a dedicar unas cuantas entradas a comentar el relato de la conversión de Pablo tal como lo cuenta Hechos de los Apóstoles en el cap. 9. Sabemos que la imagen que presenta Lucas de Pablo es un poco distinta de la que vemos en sus cartas, pero creo que ha sido capaz de retratar con fidelidad la conversión al nivel del corazón de Pablo. Antes del texto comenzaremos con algunas informaciones previas acerca del contexto cultural en el que surge la pasión de Pablo por la Ley de Moisés.

Contexto histórico - Los orígenes de Saulo-Pablo

Saulo (también llamado Pablo) era un judío de la ciudad de Tarso. No vivía por tanto en Israel, sino a centenares de kilómetros de distancia. En toda aquella región del Mediterráneo dominaban los romanos, que permitían que cada pueblo mantuviese sus costumbres y religiones con la condición de que les pagasen impuestos y no hubiese desórdenes.
Por ello, en Jerusalén los sumos sacerdotes y el rey tenía un poco de autoridad sobre el pueblo (la que los romanos les permitían). Podían impartir justicia, encarcelar a los delincuentes, cobrar impuestos propios... Pero no podían organizar ejércitos ni condenar a muerte a nadie.
En Israel, todos los judíos que querían seguir las leyes de Moisés lo tenían fácil. Allí todo el mundo era judío y solía cumplir esas leyes. Pero Pablo creció en un ambiente distinto. Tarso era una ciudad romana; allí vivirían varias familias judías que se reunían para seguir las leyes de Moisés (habían hecho una sinagoga para encontrarse los sábados, orar juntos y leer las escrituras; tenía su propia escuela; etc.). Pero la cultura romana y griega era fascinante para los niños judíos, con sus templos tan hermosos, con su multitud de dioses, con los estadios, los juegos deportivos, la fuerza militar... Todos los niños judíos de Tarso vivían llenos de dudas, entre la cultura de su propio pueblo y la del resto de gente con la que vivían. Y eran incompatibles, la ley de Moisés decía que sólo existía un Dios, y que todos los demás dioses no significaban nada.
Sólo había dos soluciones: o bien abandonaban la fe judía poco a poco (dejaban de ir a la sinagoga, de cumplir las leyes más pequeñas,etc.), o bien se aferraban con fuerza a cualquier detalle de la ley, por pequeño que fuese. La familia de Pablo, y Pablo mismo, siguieron el camino más estricto. Eran celosos cumplidores de la Ley y veían con muy malos ojos que otras familias judías abandonasen poco a poco su fe.

(Seguimos el lunes. Todas las entradas de este tema AQUÍ)

domingo, 8 de marzo de 2009

Domingo: ¡Este es mi Hijo amado! ¡Haced el favor de escucharlo de una vez ya!

Marcos 9,2-9

Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún lavandero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
-Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
-Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
-No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del hombre se levante de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de levantarse de entre los muertos.

El texto de la "transfiguración" es tan conocido como misterioso. La misma palabrita "transfiguración" resulta extraña; el griego original, metamorfóo, tampoco nos aclara mucho; la referencia a los lavanderos del mundo más bien nos hace sonreír; y la nube que les envuelve y la voz a lo "Encuentros en la tercera fase" ya nos descoloca del todo...

Pero, si en vez de empeñarnos en que los escritores bíblicos se expresen como nosotros lo hacemos ahora, nos animamos a escuchar qué es lo que ellos querían decir, quizá el asunto se nos ilumine un poco. Y, sobre todo, si aprendemos "cómo" se expresaban en su época, tendremos más de la mitad del camino recorrido.

Para empezar, el Antiguo Testamento era una fuente esencial para expresarse entre los cristianos. La forma de presentar a Dios allí, y especialmente las formas simbólicas, les resultaban muy familiares. Que Dios haga a Adán del barro de la tierra, por ejemplo, o que exhale su aliento sobre él no les hacía preguntarse cómo puede ser que Dios tenga manos y narices, sabían perfectamente que el misterio de Dios está muy por encima de esas cosas, pero por eso mismo sabían entender los símbolos que a veces a nosotros nos llevan de calle.

La nube, por poner un ejemplo que sale en el texto de hoy, es un símbolo perfecto de aquello que está "suspendido entre cielo y tierra". Cualquiera que haya tenido la experiencia de subir a una montaña, habrá podido contemplar asombrado las nubes "desde arriba", "como las vería Dios". La nube es, por tanto, el signo de Dios que viene a manifestarse al ser humano. Está en el cielo, pero se acerca a la tierra, y al mismo tiempo "oculta" el cielo, porque Dios mismo no se puede conocer del todo... ¡Si es que los antiguos eran unos artistas escogiendo símbolos!

Las figuras de Moisés y Elías que aparecen en el evangelio de hoy no son ni fantasmas ni alienígenas disfrazados. Es mucho más hondo decir que Jesús conversa cara a cara con la Ley (dada por Moisés) y los Profetas (de los cuales Elías es un representante privilegiado). Jesús no es un maestrillo más, se pone al nivel de lo más profundo que tenían los judíos hasta entonces, "conversa" con ellos.

Y por fin, la "voz" (que no, que no es Sinatra). La voz que viene del cielo tampoco es un símbolo que se haya inventado Marcos, lo ha tomado de la tradición bíblica, y representa, no sólo a Dios, sino a Dios que se hace cercano, que quiere acercarse a los hombres y mujeres del mundo, y que además quiere explicarles algo, quiere dirigirles (dirigirnos) un mensaje. La voz de Dios no habla del tiempo, ni de fútbol, sus palabras siempre son de salvación para quien se decida a escucharlas.

Y "escuchar" es precisamente el mensaje que dice la voz: Jesús es hijo y amado, él trae la palabra que, si escuchamos, nos acercará a Dios de la forma más insospechada... Nos llevará hasta él.

(Hasta aquí el comentario de hoy, que me estoy alargando demasiado; os dejo una pregunta, ya que no hemos hablado esta vez de "contextualización" del texto. ¿Por qué está este texto precisamente en el cap. 9 del evangelio de Marcos? Por si os sirve, hace dos domingos, describimos de forma resumida el esquema de Marcos)

¡Nos leemos!

jueves, 5 de marzo de 2009

Materiales de Cuaresma

Traigo hoy una página muy interesante con materiales para trabajar la cuaresma. Está dirigida sobre todo a educadores, pero es útil para cualquiera que quiera aprender más sobre la Biblia. La podéis encontrar aquí:

http://www.salesianos.edu/home.asp?at=especial_cuaresma09

martes, 3 de marzo de 2009

¡2000 visitas! Gracias a ti.

Estoy viendo el contador del blog con un hermoso 2000. 2000 visitas que intentan reflejar que la página resulta -como mínimo- interesante. Cuando comenzó todo el 27 de abril de 2008 no sabía cuánto iba a dar de sí. Ahora, con los mapas de visitas y los contadores (aunque sean aproximados) sabemos que se han recibido 37 visitas diarias de media en la última semana desde decenas de países.

Hay multitud de páginas y blogs dedicados a la Biblia; éste quizá sea uno más, pero pretende tener su estilo propio, aportar otras perspectivas, otras luces a todos aquellos y aquellas que tenéis inquietud por conocer un poco más de cerca un libro que ha influido e influye como ningún otro en la historia de la humanidad.

Gracias por estar ahí, leyendo, opinando, dando ánimos. Seguiremos en la brecha.

"No necesitan médico los sanos sino..." Lc 5,29-32

Lucas 5, 29-32

Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publícanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles:
-¿Por qué coméis y bebéis con publícanos y pecadores?.
Jesús les respondió:
-No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan.
Siempre me ha llamado la atención este pasaje. Que no necesitan médico los sanos está claro, y la metáfora también: Médico=Jesús, Enfermo=Pecador, Sano=No-Pecador. Hasta aquí todo de acuerdo. Ahora bien, me vienen varias preguntas: ¿Quién está sano ante Jesús? Desde el punto de vista de los que estamos más acostumbrados a estas cosas podemos responder: ¡Nadie! Todos somos enfermos y pecadores.
Pero desde el punto de vista de los más alejados, estas ideas les pueden sonar a humillación, a falta de autoestima, a religión machaca-personas. Esto ya nos lo criticó, entre otros, un tipo un tanto raro -un filósofo- llamado Nietzsche (y otros después de él, sabiendo que lo citaban, o sin saberlo): “El gusano se enrosca cuando lo pisan. Esto es muy prudente, puesto que reduce las posibilidades de que lo vuelvan a pisar. En moral eso se llama humildad.”

Para mí el equilibrio difícil es el de reconocer que sí necesitamos a Jesús, pero no porque seamos un gusano que no vale para nada, sino porque estamos todavía a mitad de camino en nuestro esfuerzo de "ser personas auténticas". La humildad, así entendida, no es más que realismo, que reconocimiento de la propia realidad: Soy lo que soy, tengo un montón de cosas buenas, pero también tengo otras que tengo que mejorar; soy lo que soy, pero también necesito ayuda de otros para crecer.
Sobre todo es importante comenzar por lo positivo, lo bueno que hay en mí, porque si empezamos por lo negativo (y hay algunos que así lo hacen), corremos el riesgo de darle la razón al amigo filósofo.

lunes, 2 de marzo de 2009

Date prisa: Termina la encuesta

Os animamos a expresar vuestra opinión en la sencilla encuesta que tenéis a vuestra derecha. Es un sólo clic y no compromete a nada. Queda pocas horas para que se termine.
Queremos daros más campo de participación, pero para eso necesitamos vuestras ideas, sugerencias, propuestas, dudas y, por qué no, críticas.
Para empezar os preguntamos si veis interesante que abramos una dirección de email a la que podáis escribirnos para enviar vuestras ideas.

domingo, 1 de marzo de 2009

Domingo: 1 de Cuaresma: ¡El Reino está cerca!

Marcos 1,12-15

El Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.
Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:
-Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio.
El primer capítulo del Evangelio de Marcos presenta a Jesús desde distintos aspectos:
  • Juan Bautista lo anuncia ya próximo.
  • En el Bautismo de Jesús, Dios mismo lo llama "Hijo amado"
  • En las tentaciones en el desierto queda clara su humanidad, su sintonía con los seres humanos.
  • Y por último presenta a Jesús comenzando su predicación con una frase-resumen.

El Desierto es un tiempo de camino, de reflexión, de prueba, de dificultad. Cualquier judío entendía que la palabra "Desierto" se refería a los cuarenta años que pasó en él el pueblo de Israel cuando salió de Egipto y se dirigía a la Tierra Prometida. La vida misma es un camino hacia algo mejor, un itinerario de crecimiento personal en el que a veces erramos el camino, a veces dudamos y otras veces caminamos en la buena dirección. Lo importante es tener claro hacia dónde queremos llegar.

Los animales salvajes, las tentaciones y los ángeles que le servían quieren expresar estos contrastes de dificultades y atención por parte de Dios. Como podemos sentir nosotros mismos cuando vivimos nuestra vida y nuestra fe en profundidad.

El anuncio del Evangelio que presenta aquí Marcos es sólo un "resumen" o mejor una frase-programa. El Reino de Dios se ha acercado, y por ello Jesús nos llama a la fe y a la conversión (cambio de vida, de mentalidad, de planteamiento vital).
No es que nosotros, cambiando, alcancemos el Reino; más bien al revés, la iniciativa es el amor de Dios, que viene a nosotros y se ofrece sin imponerse. Como respuesta, si queremos, podemos convertirnos y creer.


(* Atención, no hay que confundir los datos indicados aquí con informaciones de tipo histórico. Hay base histórica para ellos, pero no para cada detalle. La intención de la Biblia es siempre más honda, quiere hablarle a cada ser humano de su propia vida, no tanto contar cosas del pasado. Sólo lo hace cuando es imprescindible.)