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domingo, 30 de noviembre de 2008

Domingo 1º de Adviento: ¡¡¡¡¡¡VELAAAAAAD!!!!!!

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
Marcos 13,33-37

Dios viene; irresistible, imparable; por encima de nuestros olvidos e infidelidades. Dios viene. Sin tener en cuenta si nosotros lo consideramos apropiado, si llega a la hora adecuada, si estamos preparados, esperándolo. Dios viene, precisamente, donde menos se le espera, donde la injusticia cree vivir impune, donde las guerras arrasan vidas inocentes, donde la opresión se justifica con mil excusas. Dios viene, vino y vendrá siempre. Y esto precisamente es lo que los cristianos queremos celebrar por todo lo alto. No nos basta con una fiesta el 25 de diciembre, necesitamos más, y por ello le dedicaremos todo el tiempo de Navidad a este misterio. Pero ni siquiera nos basta con esto; necesitamos prepararnos, lo sabemos. Por eso Dios nos regala, a través de la liturgia, estos cuatro domingos de Adviento.
En el segundo y tercer domingo la figura de Juan Bautista nos va a llamar a la conversión; en el cuarto, María será nuestro modelo de fidelidad a Dios; en el primer domingo, en cambio, Dios nos sorprende con un texto sin ideas.
Hoy no vamos a aprender nada, hoy Jesús no es un maestro. Hoy, simplemente, suena con fuerza una palabra: ¡Velad! Cinco veces se repite este mensaje en el breve evangelio de hoy. La llamada es clara: Dios viene, velad, estad preparados, estad atentos, limpiad vuestra mirada, afinad el oído. Dios va a venir, tenedlo por cierto, pero no será cómoda su llegada, tendréis que estar preparados.
Dios sabe que no vale la pena decir nada a quien no quiere escuchar, ni a quien no sabe; ni siquiera es tarea fácil para aquellos que sí quieren acogerlo. Por eso nos invita a todos a tomar en consideración nuestra atención, nuestros sentidos más profundos. No nos propone tan sólo que preparemos unas luces y unos adornos para acogerlo que después podamos guardar en el fondo de un cajón hasta el año que viene. El evangelio nos está proponiendo una actitud de toda la vida, una forma de estar en el mundo en constante espera, en constante escucha. Dice que no sabemos el día ni la hora, pero no es cierto, sí lo sabemos con certeza: el día es hoy y la hora es a cada instante, en cada encuentro, en cada mano necesitada que se nos acerca, en cada lágrima que brota de nuestro hermano, en cada grito de denuncia de la injusticia. También en cada palabra de consuelo, en cada sonrisa, en cada momento de vida cotidiana y entregada. Ahí esta Dios, siempre presente, siempre viniendo. Sólo quien consigue interiorizar la actitud que hoy nos grita el evangelio comenzará a darse cuenta de esta verdad inmensa oculta bajo la rutina.
Dejemos, por tanto, que la Palabra de hoy nos interpele; somos los «porteros» de esta venida, de esta presencia de Dios junto a nosotros. Él nos ha dejado encargados de velar, de avisar a todos los de la casa cuando venga, de abrirle la puerta para que pueda acceder a nuestras vidas. No es un encargo simple ni fácil, es más cómodo dormir, como tantos otros, dejar que la vida transcurra sin pena ni gloria, entre facilidades y rutinas; tampoco es un encargo individualista, es importante para la casa entera, para todos los que viven junto a nosotros.
Hoy la lectio divina es una ocasión de revisión, profunda y personal: ¿Velamos? ¿Dormimos? ¿Reconocemos al Señor cuando viene, cuando pasa, cuando se queda a nuestro lado? ¿Tenemos la valentía de avisar a los demás de su venida?

sábado, 29 de noviembre de 2008

Más perlas paulinas

Os dejo hoy otra frase de las cartas paulinas. La carta a los Efesios, muy probablemente fue escrita por un continuador de las ideas y misión de Pablo, alguno de sus discípulos, que conocía muy bien su pensamiento. Hoy nos invita a orar:
Vivid en constante oración y súplica guiados por el Espíritu; renunciando incluso al sueño, orad con la mayor insistencia por todos los creyentes.
Efesios 6,18
Pues eso, a orar se ha dicho, aunque lo de renunciar al sueño tampoco significa que nos dejemos la salud, claro. Pero recordemos que en estos días los textos de la liturgia nos están recordando. ¡Velad!

viernes, 28 de noviembre de 2008

¡El verano está cerca! (Lc 21,29s)

Jesús expuso una parábola a sus discípulos:
-Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues cuandeo veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Lucas 21,29s
El mundo a nuestro alrededor está lleno de signos, de muestras de la presencia de un "algo más"; están ahí, constantemente, siempre dispuestos a que fijemos en ellos los ojos y los descubramos: pueden ser una sonrisa, un apretón de manos, una llamada teléfonica, un email recibido sin esperarlo, una mañana soleada... tantos y tantos detalles que inundan nuestra cotidianidad para hablarnos de Dios, pero para los que muchas veces no tenemos tiempo, y su mensaje queda, de momento, en el silencio.
Pero también hay momentos maravillosos en los que, no sabemos bien por qué (o quizá sí sepamos bien por quien), nuestros oídos se abren, y somos capaces de escuchar, sonando en el fondo del ruido cotidiano, la hermosa música de la creación que nos sigue repitiendo desde siempre: "Sí, tu vida vale la pena porque es creación mía, no tengas miedo, estoy a la puerta y llego para llenarte de felicidad".
¡Que el Señor abra nuestros corazones!

martes, 25 de noviembre de 2008

Frases...

Dicen que hay frases que impresionan. Quizá las leamos u oigamos en otro momento y nos quedemos tan fríos; pero hay momentos en que ciertas frases nos llegan, nos tocan el corazón de alguna manera misteriosa y nos iluminan de forma que podamos expresar convicciones para las que quizá no encontrábamos palabras acertadas.
Esto me ha sucedido hace poco con una frase un tal Karl Rahner, la he leído de pasada, como de casualidad, y he tenido que complicarme un poco para encontrar de quién era.
No es bíblica, pero fundamenta el porqué de todo cuanto pretendemos desde www.bibliayvida.com. Rahner se imagina a San Ignacio de Loyola hablando a los que hoy intentamos hacer pastoral, y lo ve diciendo:
Una cosa sigue siendo cierta: que el ser humano puede experimentar personalmente a Dios. Y vuestra pastoral debería, siempre y en cualquier circunstancia, tener presente esta meta inexorable... Ayudar al hombre a experimentar que siempre ha estado y sigue estando en contacto con Dios es hoy más importante que nunca.

Contacto. Esa es la palabra. Estamos en contacto, ¡y tantas veces se nos olvida!

domingo, 23 de noviembre de 2008

Jesucristo, Presidente del Universo... (o algo así)

Mateo 25,31-46

Si nos encontrásemos con Jesús herido, hambriento o necesitado, seguro que nos gustaría ayudarle.
Sin embargo, nos resulta difícil reconocerlo en los necesitados. Por eso tenemos que pedir que abra nuestros ojos para que su presencia nos sea clara. O lo que es lo mismo, pedir que mueva nuestros corazones para que su dureza no sea la causa de nuestra ceguera.
Encontrar a Jesús en el necesitado es entrar en un misterio que se nos escapa. Porque Jesucristo, como recordamos hoy, es Rey del universo (o también podríamos decir Presidente del Gobierno del Universo, Primer ministro, mandamás de los mandamases...). A él, nos dice el Nuevo Testamento, se le ha dado todo poder y toda gloria sobre toda la creación.
Y digo que es un misterio que se nos escapa porque estamos acostumbrados a la palabra «poder» como dominación, opresión, egoísmo... Pero el poder le viene a Jesucristo por su entrega, por regalar toda la vida, hasta la última gota, por los hombres y mujeres del mundo. Por eso Jesucristo le ha dado la vuelta a todos nuestros criterios. Ahora es él quien nos espera en los necesitados para que lo reconozcamos, y nos pongamos a hacer como él: servir, entregarnos, vivir para los demás.
San Pablo, siempre tan realista, nos recuerda que por el pecado el ser humano es capaz de estropear la vida, el regalo más especial que hemos recibido de Dios. Pero también nos dice, desde su profunda fe, que Cristo ha resucitado por su entrega, que ahora ya no reina el pecado ni la muerte, que la entrega tiene sentido porque conduce a la Vida.
Hoy es un día para reconocer que Cristo reina, de verdad, en todo el Universo; aunque a veces no lo aparente, aunque parezca que domina más la muerte, el egoísmo y la opresión, podemos afirmar con certeza que la victoria definitiva sólo es de Jesús, porque él ha comprendido lo que los poderosos de la tierra se niegan a entender: que la fuerza auténtica está en el servicio. Y esto nos ha de llenar de alegría y esperanza.
Hoy también es día de revisar nuestra vida, nuestras actitudes ante los necesitados, y pedirle a Dios que nos dé un corazón de carne capaz de sentir misericordia y una mirada limpia capaz de reconocerle.

www.bibliayvida.com ¡Nueva página!

www.bibliayvida.com

Parecía que este blog estaba un poco abandonado, ¡una semana entera sin actualizar! Pero el motivo es sólido, ha llevado mucho esfuerzo de preparación, pero por fin puedo anunciaros una gran noticia:

Ha nacido un nuevo sitio web dedicado a la Biblia y a su relación con nuestra vida. Su página de inicio es este mismo blog, pero además hay espacio para más contenidos interesantes, como materiales para mis alumnos y recursos varios relacionados con la Biblia y su divulgación.

Es un sueño que llevaba acaricando desde hace tiempo, y por fin ha llegado el momento de hacerlo realidad. Desde bibliayvida.com intentaremos hacer lo posible por dinamizar este espacio. Pero también os pedimos vuestra pequeña colaboración en forma de comentario, sugerencia o cualquier otra indicación que queráis darnos.

Nos seguimos viendo en este blog y ahora, a través de www.bibliayvida.com.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Cartas del Apocalipsis

El libro del Apocalipsis es muy conocido por sus imágenes a veces extrañas y su estilo de expresión tremendista y colorido. En él algunos han querido imaginar predicciones del futuro y adivinaciones de acontecimientos concretos. ¡Qué pena! Se están perdiendo lo más bonito del Apocalipsis: precisamente que habla del presente y no del futuro (de todos los presentes que hubo o pueda haber).
Al principio del Apocalipsis hay siete cartas que dirige Jesús a siete comunidades cristianas (entiéndase, no las ha escrito Jesús, claro, pero es la forma de hablar del autor del Apocalipsis para expresar su mensaje; tampoco se dirigen sólo a esas siete comunidades, el número siete, que significa plenitud, totalidad, quiere decir que se trata de un mensaje único para la Iglesia entera).
La primera de las siete cartas dice así:
Esto dice el que tiene en su mano derecha las siete estrellas y pasea en medio de los siete candelabros de oro:
-Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu entereza. Sé que no puedes soportar a los malvados, que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y los hallaste mentirosos. Tiene entereza y has sufrido por mi nombre sin claudicar. Pero he de echarte en cara que has dejado enfriar el amor primero...
Apocalipsis 2,1-4
Dejando aparte para no alargarme los símbolos del principio, de las estrellas y candelabros, llama la atención una expresión hermosa, que se entiende a la primera, estemos en la cultura que estemos y en la época que estemos: "enfriar el amor primero". Y es que el Apocalipsis, lejos de ser un libro que pretende meter miedo, es, ante todo, la expresión enamorada de un Dios que es todo pasión amorosa por nosotros.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Pablo se preocupa...

Mucho me temo que todo lo que he trabajado entre vosotros haya sido inútil... (Gal 4,11)


¡Vaya! Pues sí que nos viene hoy pesimista este Pablo. ¿Qué le pasaría? No es ésta una frase que se diga porque sí. Ni quedas bien con ella ni puedes utilizarla para salir al paso de nada. Es dura, y refleja una preocupación muy honda del corazón de Pablo.

¿Qué pasaba en la comunidad de Galacia que recibió esta carta?

La respuesta dentro de muy poco...

jueves, 13 de noviembre de 2008

Pasajes: Expulsión de los mercaderes del Templo (Jn 2,13ss)

Tal como os prometí el domingo, añado alguna pequeña explicación a la expulsión de los mercaderes del Templo.
En realidad, lo que Jesús está haciendo en un "gesto profético", está actuando como un profeta ante su pueblo, que sabía en qué consistían esos gestos, a veces bruscos y siempre sorprendentes.
Nosotros, que participamos de otra cultura, nos sorprendemos de lo que en aquella época no se sorprendían, en cambio, no llegamos a captar lo que era importante para ellos.
El ejemplo claro está en las palabras de los que, al verlo, le exigen: "¿Qué gesto nos muestras para justificar esto que estás haciendo?". Es decir, que los propios judíos no lo critican por violento, ni por aquellas cosas que a nosotros nos llaman la atención; ellos comprenden que se trata de un gesto profético y le piden que demuestre que es de verdad un profeta.
De eso se trata, y el evangelista Juan lo tiene muy claro. ¿Estamos nosotros dispuestos a acoger que Jesús nos descoloque, nos "saque de nuestras (cómodas) casillas"?

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Perlas...

Algunas perlas de las cartas paulinas, a partir del libro 365 días con Pablo.


Y todos nosotros, con la cara descubierta, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen, cada vez más gloriosa, bajo el influjo del Espíritu del Señor.

(2 Cor 3,18)

lunes, 10 de noviembre de 2008

¿Conocías... los gestos proféticos?

Recordando el evangelio de ayer y el ataque de "ira" de Jesús me doy cuenta de que ciertas cosas no es tan fácil explicarlas, sobre todo cuando vienen de lejos y participan de una tradición y una historia larga muy distinta de la nuestra. Por eso he querido icuir una breve entrada sobre los "gestos proféticos".
Y es que los profetas (algún día hablaremos de ellos), no tenía como misión adivnar el futuro, ni mucho menos (eso lo tenían que hacer los adivinos, que la Biblia no ve con buenos ojos), sino anunciar con cierto... "empuje" el mensaje de Dios para el pueblo.
¡Vaya! Ahora resulta que los profetas eran los publicistas de hace miles de años... Pues en cierto sentido sí, sólo con la diferencia de que ellos no se enriquecían con su trabajo (más bien, muchos acabaron mal), sino que lo hacían por pura fe y entrega a Dios y a su pueblo.
Pero sí se parecen a los publicistas en una cosa: tenían que inventarse la manera de que el mensaje llegase a su gente. Casi siempre lo hacen con palabras, algunas de altísimo valor poético, otras con fuerza y garra como pocas en la historia dela humanidad. Y otras veces, preferían hacer "gestos", son lo que se llama "gestos proféticos", acciones a veces cotidianas, a veces extrañas, pero que siempre provocaban la pregunta de los que lo veían. Y todo con una función pedagógica (vamos, para que se enterasen, básicamente).
¿Queréis algún ejemplo de gesto profético? De acuerdo, tomo nota para otro día, que hoy me estoy alargando demasiado.
¡Hasta otra!

domingo, 9 de noviembre de 2008

¿Violencia! (Domingo: Juan 2,13-22)

Menudo evangelio que nos trae Juan en este domingo (2,13-22). ¡Jesús que se hace un azote de cuerdas y se lía a latigazos contra los bueyes y las ovejas, que no tenían ninguna culpa, los pobres! ¡Vuelca las mesas de los cambistas... (bueno, estos se lo tenían merecido, por usureros, algún día hablaremos de ellos)!
¿Pero Jesús no venía a traer la paz? ¿Y ese arrebato de ira colérica?

En este semana intentaremos desvelar (un poco) este misterio...
Por cierto (ya parezco Colombo), ¿os habéis fijado que a los vendedores de palomas no los echa a latigazos sino que habla con ellos? ¿Tendrá algo que ver con que eran los que vendían animales para los sacrificios de los más pobres?


(Imagen de la demo del Juego PETRUS)

domingo, 2 de noviembre de 2008

Domingo: ¡Vaya con el San Juanito! (Jn 6,37-40)

En aquel tiempo dijo Jesús:
-Todos los que el Padre me da vienen a mí, y a los que vienen a mí no los echaré fuera. Porque no he venido del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de mi Padre, que me ha enviado. Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda a ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite en el último día. Porque la voluntad de mi Padre es que todo aquel que ve al Hijo de Dios y cree en él tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el día último.
Jn 6,37-40
¡Vaya con el San Juanito! Si es que no hay quien le entienda.
El evangelio de Juan es un libro sorprendente desde muchos puntos de vista, y eso lo hace fascinante, atrayente... y al mismo tiempo difícil de entender. Lo primero que sorprende es su forma de darle las vueltas a las cosas; no sabría decir si se parece a los antiguos catecismos de preguntas y respuestas o al detective Colombo, que siempre tiene una última palabra que decir que repite algo de lo que ya había dicho antes, pero lo amplía un pasito más.
Algo así parece hacer Juan, da pasos breves y meditados hacia la meta donde quiere llevarnos, que en el texto de hoy es doble; por decirlo en dos palabras: fe y vida (aunque el mismo Juan se da cuenta de que son una sola idea, me explicaré).
En final de nuestro texto habla de creer en Jesús y de resucitar en el último día, es decir, de fe y de tener vida. Este es el objetivo que persigue el autor a través de múltiples palabras e ideas que van desembocando en lo mismo:
- Ir hacia Jesús significa seguirle, aceptar su mensaje, es decir, creer en él.
- No "echar afuera", quiere decir, no quedarse "lejos de Dios", que es sinónimo de muerte, porque estar cerca de Dios, "dentro", es tener la vida que sólo él puede dar.
- La insistencia en la Voluntad del Padre que Jesús lo que hace es subrayar que Jesús es, de verdad, el Hijo de Dios, y lo hace para provocar la fe de los que leemos.
- No perderse ninguno de los que el Padre le ha dado, igual que no "quedarse fuera", es lo mismo que tener vida.
- Resucitar en el último día, evidentemente, es una llamada a creer en la vida que nos viene de Dios.
- Ver al Hijo de Dios significa reconocer que Jesús es ese Hijo de Dios, es decir, creer en él.
- Tener vida eterna y, de nuevo, resucitar en el último día, son la conclusión final a la que nos quería llevar.

En resumen, que Juan quizá podría hablar más claro, pero no con más firmeza. Juan es un enamorado de Jesús y de su mensaje, que no se agota en "creer unas cosas que dijo", sino en creer en él, porque en él está la vida auténtica que todos anhelamos, y así nos lo quiere contar y repetir para que no nos confundamos de camino buscando la vida donde no está.