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viernes, 13 de marzo de 2009

La conversión de san Pablo (1) Contexto

Vamos a dedicar unas cuantas entradas a comentar el relato de la conversión de Pablo tal como lo cuenta Hechos de los Apóstoles en el cap. 9. Sabemos que la imagen que presenta Lucas de Pablo es un poco distinta de la que vemos en sus cartas, pero creo que ha sido capaz de retratar con fidelidad la conversión al nivel del corazón de Pablo. Antes del texto comenzaremos con algunas informaciones previas acerca del contexto cultural en el que surge la pasión de Pablo por la Ley de Moisés.

Contexto histórico - Los orígenes de Saulo-Pablo

Saulo (también llamado Pablo) era un judío de la ciudad de Tarso. No vivía por tanto en Israel, sino a centenares de kilómetros de distancia. En toda aquella región del Mediterráneo dominaban los romanos, que permitían que cada pueblo mantuviese sus costumbres y religiones con la condición de que les pagasen impuestos y no hubiese desórdenes.
Por ello, en Jerusalén los sumos sacerdotes y el rey tenía un poco de autoridad sobre el pueblo (la que los romanos les permitían). Podían impartir justicia, encarcelar a los delincuentes, cobrar impuestos propios... Pero no podían organizar ejércitos ni condenar a muerte a nadie.
En Israel, todos los judíos que querían seguir las leyes de Moisés lo tenían fácil. Allí todo el mundo era judío y solía cumplir esas leyes. Pero Pablo creció en un ambiente distinto. Tarso era una ciudad romana; allí vivirían varias familias judías que se reunían para seguir las leyes de Moisés (habían hecho una sinagoga para encontrarse los sábados, orar juntos y leer las escrituras; tenía su propia escuela; etc.). Pero la cultura romana y griega era fascinante para los niños judíos, con sus templos tan hermosos, con su multitud de dioses, con los estadios, los juegos deportivos, la fuerza militar... Todos los niños judíos de Tarso vivían llenos de dudas, entre la cultura de su propio pueblo y la del resto de gente con la que vivían. Y eran incompatibles, la ley de Moisés decía que sólo existía un Dios, y que todos los demás dioses no significaban nada.
Sólo había dos soluciones: o bien abandonaban la fe judía poco a poco (dejaban de ir a la sinagoga, de cumplir las leyes más pequeñas,etc.), o bien se aferraban con fuerza a cualquier detalle de la ley, por pequeño que fuese. La familia de Pablo, y Pablo mismo, siguieron el camino más estricto. Eran celosos cumplidores de la Ley y veían con muy malos ojos que otras familias judías abandonasen poco a poco su fe.

(Seguimos el lunes. Todas las entradas de este tema AQUÍ)

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