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domingo, 13 de diciembre de 2009

Domingo. 3 Adv. Lección agrícola

Lucas 3,10-18

La gente le preguntaba: "Pues ¿qué debemos hacer?" 11 Y él les respondía: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo." 12 Vinieron también publicanos a bautizarse, que le dijeron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?" 13 Él les dijo: "No exijáis más de lo que os está fijado." 14 Le preguntaron también unos soldados: "Y nosotros ¿qué debemos hacer?" Él les dijo: "No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas y contentaos con vuestra paga." 15 Como el pueblo estaba expectante y andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo, 16 declaró Juan a todos: "Yo os bautizo con agua; pero está a punto de llegar el que es más fuerte que yo, a quien ni siquiera soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17 En su mano tiene el bieldo para aventar su parva: recogerá el trigo en su granero, pero quemará la paja con fuego que no se apaga." 18 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.

Juan Bautista vuelve a ser protagonista en el evangelio de hoy, como lo fue el domingo pasado. Es uno de los personajes centrales del Adviento por su anuncio inminente de la llegada del Mesías. Aunque él es bastante más exigente, al estilo de los antiguos profetas, y carga las tintas de su discurso en la seriedad de la opción que tenemos delante y en sus exigencias. Por ello utiliza las imágenes de la siega y del fuego que no se apaga donde se quema lo sobrante, lo que no sirve.



Antes de seguir, imagino que la imagen del «bieldo» y de «aventar la parva» no serán cotidianas para la mayoría. (Por cierto, para mí sí lo son, puesto que he trabajado en el campo y me ha tocado alguna vez esa misma tarea de aventar).
La forma antigua de separar el grano de la paja de los cereales (trigo, arroz, etc.) era haciendo pasar por encima del montón de espigas cortadas un «trillo», es decir, una tabla robusta de madera con salientes incrustados (de piedra los más antiguos, de metal más tarde). Con la ayuda de animales de tiro se arrastraba esta tabla por encima de las gavillas segadas. El grano ya maduro se separaba de la paja por la presión y quedaba de esta manera un montón de grano y paja sueltos, pero mezclados; esto se llama la «parva». Entonces venía la tarea de aventar, es decir, aprovechar la fuerza del viento para separar el grano de la paja. Con el bieldo, que es una especie de tenedor de madera muy grande (o simplemente con una pala) se lanza al aire la parva (podéis ver AQUÍ una foto); el grano, al ser más pesado, va cayendo más o menos en el mismo sitio, formando un montón; la paja, en cambio, al ser más ligera, es arrastrada por el viento más lejos. (Explicación de todo el proceso AQUÍ)
Esta operación tan ingeniosa, que seguro que se inventó hace milenios, sirvió desde hace siglos como metáfora de la vida misma. El grano, es decir, el fruto auténtico de la vida, pesa, es más sólido; en cambio la paja es arrastrada por el viento, es inconstante y volátil (ver, por ejemplo, el Salmo 1).

Por último comentar una frase que aparece en nuestro evangelio y que Lucas le tiene particularmente aprecio: «¿Qué tenemos que hacer?»
Hay distintos grupos que le hacen esta pregunta a Juan Bautista, y él les da respuestas distintas, apropiadas a cada situación: los publicanos cobraban impuestos, y podían aprovecharse de ello; los soldados también hacían uso de su fuerza para sus propios intereses; a todos ellos les dice que no permitan que su propio poder les domine. A la gente en general les hace propuestas solidarias: compartir la ropa, el alimento, etc., en la misma línea que hacemos hoy las recogidas de ropa y alimento para los necesitados (si es que no hemos inventado nada). La idea de fondo es similar: que las posesiones no te hagan esclavo, vive libre para poder disponer de tus cosas hasta regalarlas si hace falta.
La insistencia de Lucas en «qué tenemos que hacer» nos repite algo que ya sabemos, pero que resulta muy cómodo olvidar: seguir a Jesús toca nuestra vida concreta, nos transforma, afecta nuestra forma de vivir y de comportarnos. No basta con saber qué pensar, o qué sentir. Hay que ponerse manos a la obra.

3 comentarios:

  1. Me alegro mucho de que vuelvan los comentarios, Javi. Sé que los curas tenéis bastante trabajo estas fechas y te agradezco mucho que saques un huequecito para los que seguimos este blog :-)
    Que este tiempo de Navidades que se acerca sirva para que nos sentemos a reflexionar y sepamos distinguir, en nuestra vida, qué es el grano que debemos atesorar y qué es la paja de la cual podemos desprendernos.

    Un saludo ^^

    Estelwen Ancálimë

    PD: Aprovecho para recomendarte (y recomendar a todo el mundo en geenral) una película muy propia para ver estas fechasde la que seguro que habéis oído hablar, porque la estrenaron hace un par de años, y que se llama "Natividad". Si no la habéis visto, vedla ya. Es PRECIOSA.

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  2. Gracias, Estelwen. Si me organizo seguro que puedo seguir el ritmo de los comentarios.
    La película Natividad no la he visto todavía, pero sí me han hablado bien de ella. A ver si encuentro un rato para verla.

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  3. estoy segura de que muchas personas hoy se preguntan lo mismo. ¿que puedo hacer?, ¿como puedo seguirlo?, en mi situacion ¿que tengo que hacer? en esos momentos en los que parecen chocar tus creencias con la vida ordinaria, cuando nos parece que choca con las exigencias minimas que se ha de cumplir en la sociedad, salen muchas dudas, no se si me explico. una de las cosas que mas me impresionan y me gustan de la biblia, es justo esa, que las enseñanzas que se aplicaron hace dos mil años, nos sirve para hoy dia, me parece que las personas no hemos cambiado tanto...
    Muy bonito el texto, y el comentario.
    Estelwen: yo si vi la pelicula natividad, y me encantó.
    Javi: si tienes mucho lio no te agobies con el blog, que todo no se puede hacer, por mi parte no te preocupes.

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