El texto de hoy es sugerente, parece gustar y disgustar, agradar y enfadar al mismo tiempo. Como siempre, os pido que intentéis leerlo con los ojos de un ciudadano del imperio romano de hace veinte siglos, y no con nuestras gafas culturales. Ahí va el texto, es un poco largo:
21 Guardaos mutuamente respeto en atención a Cristo. 22 Que las mujeres respeten a sus maridos como si se tratase del Señor; 23 pues el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y al mismo tiempo salvador del cuerpo, que es la Iglesia. 24 Y como la Iglesia es dócil a Cristo, así también deben serlo plenamente las mujeres a sus maridos.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella 26 para consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra. 27 Se prepararó así una Iglesia esplendorosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida; una Iglesia santa e inmaculada. 28 Igualmente, los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama; 29 pues nadie odia su propio cuerpo, antes bien lo alimenta y lo cuida como hace Cristo con su Iglesia; 30 que es su cuerpo, del cual nosotros somos miembros.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y llegarán a ser los dos uno solo.
Gran misterio éste, que yo relaciono con la unión de Cristo y de la Iglesia. En resumen, que cada uno ame a su mujer como se ama a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
¡Pero cómo! ¿La mujer no debe amar al marido? ¿Sólo respetarlo?
Vayamos por partes. Ante todo, recordar que la carta a los Efesios no está muy claro si la escribió Pablo o algún discípulo suyo en su nombre más tarde. De todos modos, vamos a comentar un poco este texto.
Como habéis podido ver, mezcla varios temas: el matrimonio y la relación de Cristo con la comunidad de los cristianos, esto hay que tenerlo en cuenta porque quizá el mensaje que más le interesaba a Pablo (o a su discípulo) no sea aquello que a nosotros nos resulta más vistoso.
Dicho esto, recordar también que en el siglo primero la sociedad entera discriminaba a las mujeres, de forma que decir a las mujeres que "respetasen a los maridos" era lo más normal del mundo. Pero, por otra parte, Pablo o su discípulo está diciendo aquí un bombazo contra cierta cultura griega: amar a la propia mujer es, para empezar, considerarla digna de ser amada (el verbo utilizado aquí no es "erao", que incluye una perspectiva más pasional, sino "agapao", que sitúa a los que se aman en un cierto nivel de mayor igualdad). Y segundo bombazo: de todas las formas imaginables de amar, para nuestro autor sólo vale una: la de dar la vida, toda entera, hasta la última gota de sangre, por la persona amada. Pues así, y no de otra manera, es como cree Pablo o su discípulo que los hombres deben amar a sus mujeres; y no valen rebajas de enero ni ofertas de dos por uno.
No os pido que estéis de acuerdo conmigo, pero me da la impresión de que difícilmente un misógino (recordemos: "Que odia a las mujeres, manifiesta aversión hacia ellas o rehuye su trato") o su discípulo pensaría de esta manera.
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Ciertamente, a Pablo más que misógino (que odia a las mujeres) se le debe llamar "machista" (que cree a las mujeres inferiores a los hombres). Efecetivamente, no recomienda maltratarlas y despreciarlas, sino quererlas... pero, eso sí, ellas con la cabecita baja, diciendo "sí, esposo" y sin pretender saber más que él. Es esa actitud la que lamentablemente ha trascendido en la Iglesia Católica hasta nuestros días: la mujere debe ser bien tratada, pero se la considera inferior al hombre (o, si no, ¿por qué no me puedo ordenar sacerdotisa si siento la llamada del Señor? Ah, vale, porque soy mujer. ¡Viva la igualdad!).
ResponderEliminarEn definitiva, sin ser misógina, esta actitud tampoco está en consonancia con la dignidad e igualdad con la que Cristo trató a las mujeres mientras estuvo en este mundo.
Y, sobre todo, quiero hacer hincapié en una cosa: como bien dices, la actitud de Pablo es comprensible en un hombre de aquella época (no tan comprensible ya en alguien que quería emular en todo a Jesús), pero es lamentable que esa filosofía machista haya transcendido hasta la actualidad y siga habiendo tantos cristianos que basándose en textos como esos nos nignunean a nosotras, impidiéndonos, por ejemplo, tener la capacidad de administrar sacramentos, como si no fuéramos dignas o capaces de ello.
Me parece muy interesante lo que dices en tu comentario, pero creo que tú misma te das cuenta de que se trata de temas muy distintos. Por un lado está la posible misogínia de Pablo, por otro su machismo, que es otra cosa, por otro la forma como se ha interpretado a Pablo a lo largo de los siglos (en veinte siglos ha habido hueco para todo en realidad, para interpretarlo bien y mal, no sólo mal), y en cuarto lugar el tema de la posibilidad de ordenar como presbíteras y obispas a mujeres que es otra cosa completamente distinta y que no tiene nada que ver con la igualdad de derechos y oportunidades de varones y mujeres (nadie tiene "derecho" a ser presbítero/a, ni varones ni mujeres). El último tema no pertenece al horizonte de Pablo porque se generó algo más tarde, por ello no lo menciono yo en mis entradas.
ResponderEliminarVolviendo al tema, estoy de acuerdo contigo en que Pablo expresa su machismo en los textos que he citado en la entrada, porque no pone en un plano de perfecta igualdad a varón y mujer, pero no creo que la considerase tan poca cosa como otros después han querido ver en eĺ.
Fíjate que, en el tema de las sacedotisas, no menciono la palabra "derecho" en ningún momento ;-)
ResponderEliminarSólo digo que me parece incomprensible que se nos impida (por considerarnos indignas y/o incapaces, o por cualquier razón que me aduzcas) ser sacerdotisas y administrar sacramentos por el mero hecho de ser mujeres.
Sé que el tema no está relacionado directamente con Pablo, pero creo que es innegable que sus ideas influyeron, aunque fuera en parte, en los teólogos de siglos posteriores, para que estos acabaran decidiendo que las mujeres no debían ser ordenadas sacerdotisas por el simple hecho de ser del sexo femenino.
Una petición personal: haz algún día una entrada aerca del tema, si quieres y puedes (y si te dejan, claro). Me interesaría mucho conocer tu opinión :-)
Hola a tod@s, esto del sacerdocio de la mujer es un tema interesante, aunque yo ya lo desvié hacia otro tema que avaló el Papa, aunque creo que un poco inconscientemente: que hay una injusticia con la mujer. Ya buscaré sus palabras y las pondré si Javi abre el tema. Yo sigo reflexionándolas.
ResponderEliminarRespecto a las declaraciones de Pablo, yo creo, y que me perdone el biblista, que el texto refleja el hecho de que Pablo lleva hasta las últimas consecuencias el descubrimiento que ha hecho desde su conversión, que los cristianos son Cristo. Es como que la Esposa, de repente es Él (Cristo).
Pablo une lo que conoce de antes sobre el amor de Dios por Israel, expresado en la Escritura en términos de esposa-esposo, con el hecho de que con Cristo la distancia entre la Esposa y el Esposo se ha como “esfumado”, Dios hecho uno de nosotros y vivo en los cristianos.
Si tal unión hay entre Cristo y los cristianos, que su cuerpo es Su Cuerpo, entonces tal unión hay entre el Esposo y la Esposa, Dios y su Pueblo; y aplica todo lo que el Acontecimiento Cristo ha supuesto, a las relaciones concretas.
Creo que el varón representaba hasta entonces un poco a Dios; y creo que se asombra muchísimo de su descubrimiento, porque no creo que un judío llegase a ver a un Dios tan cercano(totalmente identificado con el hombre) y el cambio tan grande que supone en las relaciones entre Dios-hombre, hombre-mujer. Y no tiene miedo de decirlo: “¡pero si no hay hombre ni mujer!” en el sentido de desigualdad. Es lo que dirá no recuerdo dónde, pero que es consecuencia lógica de su descubrimiento.
"bona nit"
Gracias Luthien e Inma por vuestras aportaciones.
ResponderEliminar@Luthien: Yo había hablado de "derechos" porque imaginaba que cuando hablabas de "igualdad" te referías a "igualdad de derechos y oportunidades" que es a lo que nos solemos referir; quizá me equivoqué.
@Luthien e Inma: El tema de la ordenación de mujeres es muy interesante, pero no es un tema bíblico, que es de lo que va este blog. Además, es un tema que no tengo estudiado más a fondo, por lo que no tengo demasiado que decir sobre él. Sólo sé que es más complejo de lo que a simple vista parece.
¡Nos leemos!
Debo reconocer que me ha sorprendido un poco esta salida por la tangente... vale que no sea un comentario de la Biblia y por eso no le hagas una entrada aparte, pero... ¿negarte a pronunciarte sobre el tema? No creo que sea tan difícil ni tan complejo.
ResponderEliminarDe todos modos, si no quieres pronunciarte sobre ello eres libre de hacerlo y yo lo respeto, además doy por sentado que no es cosa tuya, ya sabemos lo que pasa a veces en la Iglesia.
Un abrazo:
Luthien.