Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo compasión, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
-No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Va de contrastes...
¡No! No es posible que un leproso se acerque a Jesús. No es posible que un leproso se acerque a nadie, lo tiene prohibido. ¡Lo prohíbe la Ley!
¡No! No es posible que Jesús sienta compasión de un enfermo... Si Dios le ha castigado algo habrá hecho; y si el castigo ha sido la lepra, se tratará de un pecador peligroso... ¡Lo dice la Ley!
¡No! No es posible que Jesús lo toque, ¡es repugnante! Y además, ¡también lo prohíbe la Ley!
Así podría reaccionar algún compatriota de Jesús, aquellos de los más fieles cumplidores de la Ley, aquellos que pretendían ganarse de Dios la salvación cumpliendo hasta la más mínima tilde. Tampoco es que sea cierto que la Ley decía todas esas cosas; algunas eran interpretaciones que habían ido pasando de boca en boca.
Y contra todo esto, Marcos quiere romper esquemas. Un leproso desobediente, urgido por la enfermedad más grave, la que era sinónimo de muerte, se acerca a Jesús porque piensa que ¡ojalá! Jesús pueda limpiarle.
Y Jesús extiende la mano y lo toca... así describe nuestro autor el gesto para que quede claro que no ha sido sin querer, que no es un descuido ni una casualidad. Jesús quería tocarlo, tenía toda la intención de hacerlo. Y ¿por qué? El motivo lo encontramos en la frase anterior: Jesús siente compasión, siente lástima, siente un no-sé-qué... Es difícil traducir del todo la palabra original, porque en castellano siempre nos quedamos cortos. Indica un movimiento visceral, de entrañas apasionadas, tocadas en profundidad por el dolor que se le presenta delante; es un término que recuerda el seno materno, el movimiento de amor profundo que llega a sentirse físicamente en lo más hondo. Todo eso y mucho más quiere decir Marcos.
Aquí está el corazón de nuestro texto, en el corazón de Jesús, en el corazón de Dios, que es capaz de limpiar a un leproso, pero no para figurar en las revistas de sociedad, ni para que le aplaudan, ni mucho menos para que lo nombren rey (que era lo que algunos querían). Tan sólo el amor intenso que Dios siente por cada uno de nosotros es motivo suficiente para explicar lo que es capaz de hacer.
Cuentan que una periodista, viendo a la Madre Teresa de Calcuta limpiar con gran ternura a un leproso, le dijo:
-Yo no sería capaz de hacer eso ni por todo el oro del mundo.
Y la Madre Teresa le respondió:
-Ni yo tampoco.
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ResponderEliminarMe ha gustado tu comentario.
No lo dejes por favor.
Laia
Hola, Laia.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. La verdad es que he tenido un fin de semana movidito con poco tiempo de serenidad para hacer un comentario digno, pero prometo hacerlo esta semana, aunque sea con retraso.
Ciertamente intervenciones como la tuya me dan muchos ánimos.
Bueno, voy a intentar decir algo respecto a esta lectura, sólo por compartir lo que pienso cuando me molesta ese teléfono de alguien que quiere algo…
ResponderEliminarPienso en cuántas obras podemos hacer si queremos que pueden ser consuelo y bálsamo para otros en un sufrimiento grande pero que nos va a suponer pagar un precio personal. Cosa que debe significar que obtenemos algo preciado, digo yo. Pienso en Jesús y en lo que le supone ayudar a esta persona, en lo que le va a cargar la cosa, sobretodo cuando se sepa. Todos se acercarán a Él pidiéndole y pidiéndole, y Él con ganas de irse a un descampado a descansar. Pienso en lo que nos cansan las personas pidiéndonos amor, cuando es un auténtico honor que lo hagan. Es como si se acercaran a nosotros suplicándonos de rodillas. Pero retrasamos esa llamada, esa visita, ese encuentro porque nos va a afectar, un poco, o mucho. Porque nos tocará la vida. Jesús sabía que poco a poco esa vida suya iba a ser tocada. Todos cogerían de Él en cuanto empezase a dar, hasta que lo diese todo. No siempre podemos, no siempre queremos, pero cuando alguien nos suplica de rodillas,sólo por el regalo de esa fe en nosotros, ese deseo de ser acogido por nosotros, merece nuestra atención. Un saludo.
Gracias por tu comentario, Inma.
ResponderEliminarCiertamente, como dices, Jesús no nos enseñó a ser un poquito buenos, o a darnos a los demás en los ratos libres. Su propuesta de vida y de felicidad va mucho más allá, va a lo más profundo de nuestras personas; nos pide la donación total, que nos demos del todo a los demás. Esto es bastante más difícil de vivir que de decir. ¡Pero contamos con su ayuda!
Me ha gustado mucho este comentario. Muchas gracias por lo has hecho.
ResponderEliminarEstá mucho bien explicado que Jesús quiere, y puede, lo hace por el amor. Ciertamente el evangelio contiene plus significados, pero los aspectos que explicas me sirven tocar a la vida real, la vida cotidiana.
Muchas gracias por hayas hecho caso a mi pequeña petición.
Laia
Me ha encantado tu comentario de este domingo, es precioso :-) Y también es preciosa la anécdota de la Madre Teresa, con eso de que ella no sería capaz de sacrificarse por sus semejantes por dinero, pero sí por compasión.
ResponderEliminarPor cierto, ¿para cuándo harán santa a Teresa de Calcuta? ¡Se lo mrece más que muchos que actualmente pueblan los altares!
Un saludo:
Luthien Black.
¡Gracias a vosotras! Con seguidoras así uno se anima con estas cosas tecnológicas, que a veces son tan frías y distantes.
ResponderEliminartienes razón, es por la compasión que siente por lo que lo hace, por puro amor... y ahí está el poder y el querer. Gracias por recordármelo. Un saludo y gracias por tu atención.
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