Después de las comparaciones, Pablo dedica quince expresiones a hablar del amor cristiano. La palabra «amor» puede significar tantas cosas que al final no nos aclaramos; en Grecia contaban con tres palabras distintas: una subrayaba el amor pasional (eros), otra el afecto de la amistad (filia) y la tercera (agape) -la que utiliza Pablo- es la que los cristianos prefirieron para hablar del mensaje de Jesús. Pablo lo explica de forma poética:
El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo ni jactancia.Puesto que este texto se explica por sí solo, lo mejor es llevarlo a la oración, rezar con él despacio, fijándonos en cada matiz, en cada detalle, sin prisas.
No es grosero, ni egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta.
Cada una de las palabras que escribe Pablo quiere que nos las apliquemos a nosotros mismos. Nos podemos ir preguntando ante Dios: ¿soy yo paciente?, ¿soy yo bondadoso? etc. Está claro que Pablo presenta un ideal muy elevado. No hacemos revisión de nuestra vida para decepcionarnos de nosotros mismos, sino para reconocer con humildad cuánto nos sigue ayudando Dios a mejorar. La conclusión de esta oración debe ser siempre «gracias, Señor, por darme la fuerza para crecer en amor».
Cuando Pablo dice que el amor «todo lo excusa y lo tolera», no quiere decir que no haya que denunciar las injusticias, reclamar los derechos de los pobres, ni abandonarse a la opresión. Pablo habla de la relación con los hermanos, y de la comprensión que lleva a perdonarlos siempre, animándolos a mejorar. En otros momentos Pablo pide que los hermanos se corrijan entre sí, pero nunca puede hacerse por rencor ni odio, sino por el amor que empieza perdonando siempre.
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