Del evangelio según san Juan
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el queda la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros.
Los capítulos 13 a 17 del Evangelio de Juan nos muestran a Jesús dirigiendo sus enseñanzas a sus discípulos (o mejor, amigos, porque él mismo utiliza esa palabra). Sabemos que históricamente Jesús habría instruido a sus seguidores en muchas otras ocasiones, pero Juan ha querido construir su evangelio como en dos grandes partes (de los capítulos 1 al 12 y del 13 al 21), y en los capítulos de la última cena concentra los discursos más íntimos.
El fragmento que hemos leído se parece al testamento de un amigo que se va. Habla de sí mismo en pasado: «os he amado», y lanza a sus amigos a hacer lo mismo en el futuro. De la lectura voy a subrayar tan sólo cinco palabras: Amor, mandamientos, alegría, amistad y elección.
Amor. Es una constante cuando Juan se pone íntimo y personal. Para él el amor es una palabra que lo resume todo, hasta para decir que Dios es amor. Quizá el mejor comentario a estos textos, más que una serie de palabras más o menos fríos, sería una canción, un poema, una obra de arte. El amor es la entrega total, o mejor, es la motivación profunda, enraizada en el fondo del corazón, que da lugar a esa entrega. El amor es, al final de todo, lo único que cuenta, lo único que salva, lo único que puede hacer de nuestras vidas algo especial, distinto al simple trabajar-para-vivir-vivir-para-trabajar. El amor puede vivirse de mil formas, pero, por desgracia, no todo lo que lleva la etiqueta de «amor» lo es en realidad.
Por eso el amor tiene también su «test de calidad», que todos los cristianos y los simpatizantes de Jesús podemos aplicarnos: sólo es auténtico si es «como el de Jesús». Por eso es tan importante la segunda parte de la frase: «como yo os he amado». Esto significa dos cosas: para empezar, que él nos ha amado primero. Si se nos olvida que somos, ante todo, los «amados de Dios», ponernos nosotros a amar se nos hará muy pero que muy cuesta arriba. La segunda cosa es que el amor auténtico es el de la entrega total, hasta dar la vida, toda entera; tal y como Jesús hizo.
Mandamientos. Hoy no nos gusta esta palabra, pero podemos aprovechar otra también muy bíblica: voluntad. La voluntad de Dios nos la dio a conocer Jesús de forma clara: es la salvación, la vida, la felicidad de todo ser humano y de la sociedad entera. Por eso sus mandamientos sólo pretenden señalarnos dónde está nuestra felicidad: en hacer una sociedad más justa, más fraterna, más solidaria y unida. ¡Una buena tarea para los próximos siglos!
Alegría. ¡Que poco pragmático es este hombre! Se le ocurre decir que todo esto nos lo ha dicho para que vivamos alegres. Esta idea se puede expresar con otras palabras más serias y profesionales: sentido de la vida, plenitud humana... pero prefiero la palabra «alegría» porque es más familiar, más divertida, más cercana. Llama también la atención que la auténtica alegría sea vivir como Jesús, totalmente entregado, y no en las «diversiones»; aunque más de uno se confunde.
Amistad. Otra palabra de andar por casa. Jesús es el Señor, desde luego que sí, pero lo es en forma de amigo y no de tirano. La cercanía con él, y la amistad que recibimos primero de él, nos dará fuerzas y ánimos para seguir adelante por el camino que él nos marca.
Elección. La última palabra que quisiera subrayar. Ojalá que vivamos muy conscientes de haber sido elegidos por Dios. La elección en la Biblia nunca es un privilegio, sino siempre un servicio a favor de otros. Pero eso no lo quita nada a la alegría de ser amigos de Dios porque él se ha fijado en nosotros, nos indica su voluntad y nos lanza a amar cuanto más mejor.
Vaya, las palabras de tu comentario me han recordado mis inicios en el junior cuando le decía a Jesús eso de "Tú eres mi mejor amigo,juntos marcharemos en equipo por el camino que Tú me marques". Luego llegué a esa etapa, con mayor o menor fortuna, de "dar la vida por los amigos". Es bonito ver cómo el Señor nos ha amado desde el principio y todo lo hace para que permanezcamos en este amor. Sí, tenemos mucha "suerte" de haberle conocido, de no haber pasado ningún momento de nuestra vida sin él. Sin mérito nos lo ha permitido y sólo podemos darle gracias, todo el tiempo, y permanecer con Él. Como dice Santa Teresa, "vuestra pues que me sufristeis, vuestra pues no me perdí".
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Inma. Sigamos siempre a su lado.
ResponderEliminar