Esto dice el Señor: "Comentáis: 'no es justo el proceder del Señor'.
Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?; ¿o no es vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que prometió.
Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.
Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.
Ezequiel escribe en una época difícil para el pueblo. Los poderes extranjeros los oprimen y algunos israelitas murmuran contra Dios diciendo: "Nuestros padres han pecado, pero Dios nos ha castigado a nosotros", lo que viene a ser: "Dios es injusto".
Ezequiel replica que cada uno, antes de criticar a Dios como injusto, debe observar su propia conducta y su propia justicia. Porque Dios no es injusto, sino que da a cada uno según sus obras.
1. A los que son justos, es decir, los que cumplen la voluntad de Dios, les pone en guardia, avisándoles de que no se confíen, que sigan su camino sin desviarse.
2. A los pecadores, en cambio, les da esperanza; Dios siempre da otra oportunidad; y les insiste: "¡Recapacita, conviértete!"
A pesar de las formas duras de expresión del profeta Ezequiel, manifiesta un enorme optimismo de fondo; el profeta cree en el ser humano, cree en sus oportunidades, en la bondad que hay en el fondo de su corazón. Sabe que la hay porque ha sido Dios mismo quien la ha puesto allí ("Y vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno", Gn 1). Este optimismo tiene todavía más mérito en los tiempos difíciles que le tocó vivir.
No es que Ezequiel sea ingenuo, no hay más que leer su libro para ver que es muy consciente de las dificultades; él cree firmemente en el ser humano, en su posibilidad de cambiar, a pesar de las dificultades, porque Dios estará allí para ayudarlo.
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