¿Qué significa? Para empezar, «como» es una comparación. Nadie usa una comparación si puede decir las cosas tal y como son. Si tengo delante un tigre (en el zoo, claro, que si no salgo corriendo y no digo nada), si tengo delante un tigre, decía, no digo que es COMO un gato, pero más grande y peligroso, digo, simplemente, que es un tigre.
Pero... ¿qué sucede cuando el que me escucha no ha visto nunca un tigre? Que no me entenderá, y tendré que utilizar alguna comparación que él pueda entender; así que le preguntaré, ¿has visto alguna vez un gato? Y de ahí le haré la COMPARACIÓN.
Demos un paso más, ¿qué sucede cuando lo que quiero decir es una experiencia interior, de las que se dan en el corazón; aquellas que son más importantes en la vida? Pues que, ¡maravillas del lenguaje!, podré transmitirlas con comparaciones. Vamos con los ejemplos:
Anteayer celebrábamos Pentecostés. Dicen los Hechos de los Apóstoles que:
De repente, un ruido del cielo, COMO de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde se encontraban los discípulos. Vieron aparecer COMO unas lenguas de fuego que se repartían posándose encima de cada uno...
Ahí lo tenemos. ¿Nos está diciendo el autor que sopló un viento fuerte y, sobre todo, que aparecieron unas llamitas voladoras que se colocaron encima de la cocorota de cada uno (y que le quemarían la calva a San Pedro)? ¡No seamos tan simples! Desde luego, el autor no lo era. Está diciendo que el Espíritu Santo, la fuerza de Dios les llenó interiormente de tal manera que le resulta imposible expresarlo de otra forma. Sólo le sirven las comparaciones:
- La fuerza que demostraron los apóstoles después viajando por todo el mundo la expresa con el símbolo del viento fuerte, que se mueve por el mundo entero.
- La pasión por evangelizar la expresa con el impresionante símbolo del fuego.
- Las ganas de hablar a todo el mundo, en todas las lenguas, la expresa como «lenguas» de fuego.
Si no comprendemos esta palabrita tan simple («como»), haremos interpretaciones extrañas y estrafalarias, y, lo que es peor, pensaremos que los autores de la Biblia eran personas raras que veían fenómenos paranormales a su alrededor. ¡Nada más lejos de la realidad!
Bueno, esta vez me ha salido un poco largo el comentario (480 palabras), cuando pretendo que cada entrada no pase de las 300, pero quería que la cosa quedase clara. Mañana seguiremos.
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