AMOR RECIBIDO. AMOR REGALADO
Antes de empezar a comentar el himno de 1 Corintios 13, hay que aclarar que la palabra «amor» para los cristianos significa dos cosas: Por un lado, el amor que nosotros damos a Dios y a los demás, por otro lado, el amor que nosotros recibimos de Dios. Es muy importante reconocer que el primero de los dos es el amor recibido. Pablo lo dice bien claro en la carta a los Romanos:
Estábamos nosotros incapacitados para salvarnos, pero Cristo murió por los impíos en el tiempo señalado. Es difícil dar la vida incluso por un hombre de bien; aunque por una persona buena quizá alguien esté dispuesto incluso a morir. Pues bien, Dios nos ha mostrado su amor porque Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores.
Ningún cristiano puede mantener su fe si olvida esto, porque entonces pensará que lo primero es ponerse a amar a Dios y a los demás, y cuando le lleguen las dificultades no tendrá ningún punto de apoyo.
No. Convenzámonos antes de seguir: lo primero es el amor que Dios nos tiene. Por él, y sólo por él, tiene sentido que nosotros nos pongamos a amar. No se puede hacer un edificio sin cimientos, porque se cae enseguida; tampoco se mantiene en pie un cristiano si no reconoce cuánto le ama Dios, cuánto le perdona, cuánto le ayuda a pesar de las muchas dificultades de la vida.
Por eso, cuando Pablo habla del amor en la carta a los corintios, sabe muy bien que todo tiene su origen en Dios. Él mismo ha experimentado la misericordia y el perdón de Dios que le llamó a ser anunciador del evangelio por todo el mundo.
El cristiano parte siempre de su experiencia, cuenta la vivencia de amor recibido de Dios, empieza desde ahí. Después se vuelca para amar al hermano, especialmente el más necesitado, que es donde descubre que está presente el mismo Jesús. Porque tampoco es posible recibir el amor de Dios, experimentarlo en profundidad, y quedarse de brazos cruzados. El amor de Dios no es sólo un manantial de vida, es un torrente arrollador que inunda la vida entera y se desborda en amor desinteresado, generoso y total por los hermanos.
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jueves, 28 de mayo de 2009
HIMNO AL AMOR: 1 Cor 13 (2ª de 6)
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Ayer escuché a una mujer hablando de la gracia de Dios de un modo muy gracioso. Ella es Dolores Aleixandre, una sencilla teóloga que decía lo bien que expresaba nuestra expresión castellana "caer en gracia", lo que la gracia significa, de alegría y de gratuidad. Ella utilizó una humilde expresión diciendo que la gracia es el hecho de que a Dios le caemos muy muy bien. Y es que el caer en gracia o caerle bien a alguien sigue siendo un gran misterio así que la comparación parece buena, a mí me gustó. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Inma por tu aportación. Dolores Aleixandre tiene el don de hacer sencillas las profundidades de la Biblia, de combinar con "gracia" biblia y vida.
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