Jesús expuso una parábola a sus discípulos:El mundo a nuestro alrededor está lleno de signos, de muestras de la presencia de un "algo más"; están ahí, constantemente, siempre dispuestos a que fijemos en ellos los ojos y los descubramos: pueden ser una sonrisa, un apretón de manos, una llamada teléfonica, un email recibido sin esperarlo, una mañana soleada... tantos y tantos detalles que inundan nuestra cotidianidad para hablarnos de Dios, pero para los que muchas veces no tenemos tiempo, y su mensaje queda, de momento, en el silencio.
-Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues cuandeo veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.Lucas 21,29s
Pero también hay momentos maravillosos en los que, no sabemos bien por qué (o quizá sí sepamos bien por quien), nuestros oídos se abren, y somos capaces de escuchar, sonando en el fondo del ruido cotidiano, la hermosa música de la creación que nos sigue repitiendo desde siempre: "Sí, tu vida vale la pena porque es creación mía, no tengas miedo, estoy a la puerta y llego para llenarte de felicidad".
¡Que el Señor abra nuestros corazones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.