En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»Marcos 13,33-37
Dios viene; irresistible, imparable; por encima de nuestros olvidos e infidelidades. Dios viene. Sin tener en cuenta si nosotros lo consideramos apropiado, si llega a la hora adecuada, si estamos preparados, esperándolo. Dios viene, precisamente, donde menos se le espera, donde la injusticia cree vivir impune, donde las guerras arrasan vidas inocentes, donde la opresión se justifica con mil excusas. Dios viene, vino y vendrá siempre. Y esto precisamente es lo que los cristianos queremos celebrar por todo lo alto. No nos basta con una fiesta el 25 de diciembre, necesitamos más, y por ello le dedicaremos todo el tiempo de Navidad a este misterio. Pero ni siquiera nos basta con esto; necesitamos prepararnos, lo sabemos. Por eso Dios nos regala, a través de la liturgia, estos cuatro domingos de Adviento.
En el segundo y tercer domingo la figura de Juan Bautista nos va a llamar a la conversión; en el cuarto, María será nuestro modelo de fidelidad a Dios; en el primer domingo, en cambio, Dios nos sorprende con un texto sin ideas.
Hoy no vamos a aprender nada, hoy Jesús no es un maestro. Hoy, simplemente, suena con fuerza una palabra: ¡Velad! Cinco veces se repite este mensaje en el breve evangelio de hoy. La llamada es clara: Dios viene, velad, estad preparados, estad atentos, limpiad vuestra mirada, afinad el oído. Dios va a venir, tenedlo por cierto, pero no será cómoda su llegada, tendréis que estar preparados.
Dios sabe que no vale la pena decir nada a quien no quiere escuchar, ni a quien no sabe; ni siquiera es tarea fácil para aquellos que sí quieren acogerlo. Por eso nos invita a todos a tomar en consideración nuestra atención, nuestros sentidos más profundos. No nos propone tan sólo que preparemos unas luces y unos adornos para acogerlo que después podamos guardar en el fondo de un cajón hasta el año que viene. El evangelio nos está proponiendo una actitud de toda la vida, una forma de estar en el mundo en constante espera, en constante escucha. Dice que no sabemos el día ni la hora, pero no es cierto, sí lo sabemos con certeza: el día es hoy y la hora es a cada instante, en cada encuentro, en cada mano necesitada que se nos acerca, en cada lágrima que brota de nuestro hermano, en cada grito de denuncia de la injusticia. También en cada palabra de consuelo, en cada sonrisa, en cada momento de vida cotidiana y entregada. Ahí esta Dios, siempre presente, siempre viniendo. Sólo quien consigue interiorizar la actitud que hoy nos grita el evangelio comenzará a darse cuenta de esta verdad inmensa oculta bajo la rutina.
Dejemos, por tanto, que la Palabra de hoy nos interpele; somos los «porteros» de esta venida, de esta presencia de Dios junto a nosotros. Él nos ha dejado encargados de velar, de avisar a todos los de la casa cuando venga, de abrirle la puerta para que pueda acceder a nuestras vidas. No es un encargo simple ni fácil, es más cómodo dormir, como tantos otros, dejar que la vida transcurra sin pena ni gloria, entre facilidades y rutinas; tampoco es un encargo individualista, es importante para la casa entera, para todos los que viven junto a nosotros.
Hoy la lectio divina es una ocasión de revisión, profunda y personal: ¿Velamos? ¿Dormimos? ¿Reconocemos al Señor cuando viene, cuando pasa, cuando se queda a nuestro lado? ¿Tenemos la valentía de avisar a los demás de su venida?
Hola, viendo blogs por ahí he llegado hasta aquí y la verdad, me ha llamado mucho la atención este blog. Por desgracia, son pocos los blogs donde hay presencia religiosa, y más entre la gente joven. Por eso me he alegrado mucho al entrar aquí, porque es estupendo que haya presencia de la Iglesia en este mundo de nuevas tecnologías.
ResponderEliminarY bueno, en cuanto a la entrada de hoy, pues sí, por suerte está el Adviento para prepararnos para la venida de Jesús, así que hay que estar atentos y vigilantes, porque en cualquier momento puede venir.
Me pasaré por aquí para ir leyendo de vez en cuando =)
Saludos!
@Luu
ResponderEliminar¡Bienvenida!
Muchas gracias, Luu, por tu comentario, que me da muchos ánimos para seguir adelante. Como puedes ver por las visitas, este blog no lo conoce mucha gente todavía. Comenzó tan sólo en junio, y la página en la que está (www.bibliayvida.com) nació hace apenas una semana. Pero poco a poco iré añadiendo más entradas interesantes y más materiales y recursos en la página.
Vuelve cuando quieras, espero que lo que aquí expreso te sea útil.