Curación de un epiléptico
Esta página del Evangelio de Marcos (9,14-29) me parece preciosa... Aunque alguien podría decir: "¿Preciosa? ¿Qué tiene de preciosa, con un epiléptico, echando espuma por la boca, el pobre, y Jesús tirándose de los pelos y diciendo a sus amigos: '¿Hasta cuando tendré que soportaros?' "
Pues sí, a mí me parece que es preciosa porque podemos ver cómo Marcos nos retrata a nosotros mismos.
- Los discípulos no han podido curar al muchacho, y Jesús les dice que les falta fe. No que tengan poca, que ya sería algo, les dice directamente que no tienen.
- El padre del enfermo le pide a Jesús que tenga misericordia y que, si puede, haga algo.
Jesús le responde con claridad: "Todo es posible para el que tiene fe"
El padre entonces grita: "¡Creo, pero ayúdame a tener más fe!"
Aquí es donde nos retrata el evangelio. Esta es la grandeza y la limitación del creyente: Creemos, pero también dudamos. Tenemos fe, pero necesitamos ayuda.
- El niño, al final, es curado por Jesús, que muestra su misericordia, tal como el padre del chico le había pedido.
- ¿Y nosotros?
A veces, como el enfermo del evangelio, nos quedamos mudos ante el sufrimiento, ante el dolor, ante la injusticia.
A veces podemos ser tan críticos con los demás que es como si echásemos espumarajos por la boca, como el epiléptico.
A veces podemos quedarnos rígidos, es decir, inmóviles, inactivos; quedarnos quietos en el camino en lugar de seguir a Jesús, en vez de trabajar por la justicia.
De todo esto Jesús también nos cura, y sólo pide un poquito de fe.
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martes, 20 de mayo de 2008
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