Comentario al evangelio del domingo
Os dejo hoy un comentario que he encontrado en el Misal de la Comunidad:
La vida humana está llena de pruebas. La seducción asalta a las personas y a los grupos. Muchos hombres están heridos por la tentación, cuando no vencidos por ella. Entre las múltiples pruebas que nos acechan, tres sobresalen por su importancia.
Somos tentados para que nos extralimitemos sobre nuestras posibilidades. Nos atrae desmesuradamente encontrar una fórmula que nos haga como dioses, conocedores y poseedores de la fuente de la vida. ¿Se puede encontrar un uno mismo el principio vital que nos ayude a recuperar las fuerzas perdidas? ¿Tenemos un pan propio que llegue a saciar el deseo de sobrevivir sin desgastarse? Cuando encontramos este pan, ¿no hemos convertido las piedras en pan, en fuente de nuestra propia debilidad?
Vivir con esperanza no es fácil. Tener constantemente una actitud de superación, tampoco. Por ello, las personas y los grupos buscan motivos espectaculares para mantener la fe; muchos esperan signos contundentes para creer. Pero los mesías no andan por los aleros de las casas altas para que nosotros creamos al verlos caer sin hacerse daño.
Otra seducción que asalta al hombre es la voluntad de poder o de dominio. Avasalla a todos y es origen de los grandes males sociales. La voluntad de poder segrega las clases e impide organizar unas estructuras en las que sea posible la igualdad humana, la libertad y la fraternidad.
Estas tres pruebas han asaltado también a Jesús. Su actitud es motivo de esperanza, pues muestra que el hombre puede enfrentarse a ellas con confianza de éxito.
Y por último la escena de la película «El hombre que hacía milagros» en la que aparecen las tentaciones, muy sugerente: www.youtube.com/watch?v=nKaVryH5eDM
Lucas 4,1-13
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó:
—Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándolo a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo:
—Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
—Está escrito: «Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece en las piedras».
Jesús le contestó:
—Está mandado: «No tentarás al Señor tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Os dejo hoy un comentario que he encontrado en el Misal de la Comunidad:
La vida humana está llena de pruebas. La seducción asalta a las personas y a los grupos. Muchos hombres están heridos por la tentación, cuando no vencidos por ella. Entre las múltiples pruebas que nos acechan, tres sobresalen por su importancia.
Somos tentados para que nos extralimitemos sobre nuestras posibilidades. Nos atrae desmesuradamente encontrar una fórmula que nos haga como dioses, conocedores y poseedores de la fuente de la vida. ¿Se puede encontrar un uno mismo el principio vital que nos ayude a recuperar las fuerzas perdidas? ¿Tenemos un pan propio que llegue a saciar el deseo de sobrevivir sin desgastarse? Cuando encontramos este pan, ¿no hemos convertido las piedras en pan, en fuente de nuestra propia debilidad?
Vivir con esperanza no es fácil. Tener constantemente una actitud de superación, tampoco. Por ello, las personas y los grupos buscan motivos espectaculares para mantener la fe; muchos esperan signos contundentes para creer. Pero los mesías no andan por los aleros de las casas altas para que nosotros creamos al verlos caer sin hacerse daño.
Otra seducción que asalta al hombre es la voluntad de poder o de dominio. Avasalla a todos y es origen de los grandes males sociales. La voluntad de poder segrega las clases e impide organizar unas estructuras en las que sea posible la igualdad humana, la libertad y la fraternidad.
Estas tres pruebas han asaltado también a Jesús. Su actitud es motivo de esperanza, pues muestra que el hombre puede enfrentarse a ellas con confianza de éxito.
Y por último la escena de la película «El hombre que hacía milagros» en la que aparecen las tentaciones, muy sugerente: www.youtube.com/watch?v=nKaVryH5eDM